"Si fracasa la 'cumbre social', el conflicto se reavivará"
Louis Viannet, recién reelegido como secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), sindicato históricamente vinculado al Partido Comunista, cree que la crisis francesa no está cerrada y que el desenlace dependerá del resultado de la cumbre social convocada por el primer ministro, Alain Juppé, para el jueves. Un fracaso de la reunión conducirá, dice, a que el conflicto se reproduzca.Pregunta. ¿Qué espera usted de la cumbre social?
Respuesta. Veremos si el contenido se corresponde a la ambición con que ha sido bautizada esa reunión. Si no se da respuesta a las cuestiones de salarios y salario mínimo (ya que el primer ministro habla de reactivar el crecimiento); si no se propone concreto sobre la reducción de la jornada laboral y sobre la transformación de empleos precarios en empleos a tiempo completo; si se insiste. en hacer regalos a las empresas bajo el disfraz de ayudas al empleo, entonces la montaña habrá parido un ratón y, el conflicto se reavivará.
P. ¿Qué análisis hace usted del movimiento social que sacude Francia desde hace más de tres semanas?
R. Este movimiento no es comparable a ningún otro. Hay quien cree que la victoria de los ferroviarios supone el fin del conflicto, pero otros, creen que esa victoria dará confianza y fuerza a un movimiento que. exige cosas importantes. Si realmente el Gobierno imagina que el retorno al trabajo en los ferrocarriles significa el fin del movimiento, desconoce completamente los orígenes de esta explosión. Alain Juppé y su política no son los únicos responsables: hay raíces que se remontan a antes del Gobierno de Édouard Balladur. Pero Juppé ha encendido la mecha, y a él le toca soportar la explosión. En esta crisis coexisten un anclaje profesional, muy preciso (reformas en el sector público), y un movimiento amplio catalizado, por el plan de reforma de la Seguridad Social. Creo que el Gobierno ha subestimado el grado de hartazgo general. Muchas veces los ministros, y el propio, Juppé, han intervenido para decir que no había que tener núedo. Pero hay una angustia lúcida que reposa sobre las, realidades del empleo, el descenso del poder adquisitivo, las dificultades de inserción de los jóvenes, los despidos constantes.
P. ¿Qué remedio propone usted para esa angustia?
R. Hay una ruptura entre la gente y lo que llamamos élites, esas gentes que creen tener la facultad de saber lo que es bueno para Francia y prescinden de la opinión de los primeros interesados, los franceses. Las acusaciones de que ésta ha sido una huelga política no tienen ningún sentido. Hace poco pasé por delante de un grupo que gritaba Juppé, dimisión; me volví y les pregunté: ¿Y quién queréis que le sustituya.? Se callaron inmediatamente, por que la cuestión no consiste en si Júppé o si Fulanito, sino en qué política se desarrolla y cómo se responde a los problemas planteados por la sociedad.
P. Respecto a la reforma de la asistencia médica en la Seguridad Social, al principio decía usted que se oponía a esa refórma, pero no a una reforma. Luego ha radicalizado su discurso y ha exigido la retirada del Plan Juppé.
R. No es contradictorio. Yo estoy por la renovación de la protección social, pero el plan Juppé implica la perspectiva de una fiscalización de la Seguridad Social qué yo no puedo aceptar. El objetivo más perverso de este plan es conseguir, en cinco, ocho o diez años, que las fuentes de financiación de la protección social dejen de estar ligadas a las fúentes de producción de riqueza, y se anclen en los impuestos. Entre 1984 y 1994, las cotizaciones de los asalariados han aumentado un 22%, mientras las cotizaciones empresariales, en el mismo periodo, han descendido un 36%. El 1 conjunto de las medidas adoptadas o anunciadas representa un total de 130.000 millones de francos (3,2 billones de pesetas) extraídos del bolsillo de los asalariados para compensar unas deudas y un déficit del que no tienen la culpa. Que la base de las cotizaciones repose únicamente sobre los salarios es un auténtico problema, en un momento en que los progresos tecnológicos conducen a incrementos de productividad. Desde hace diez años, los costes salariales no dejan de disminuir su peso dentro de los costes de producción en todas las ramas de la actividad industrial; en algunos sectores, los salarios representan sólo un 15% de los costes, y se quiere hacer soportar todas las fluctuaciones de competitividad precisamente sobre los salarios. ¡Es una locura! El Plan Juppé forma parte de un dispositivo de regresión para la protección social.
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