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Vuelve a cerrar parcialmente la Administración de EE UU

Antonio Caño

El Gobierno norteamericano volvió ayer a cerrar parcialmente como consecuencia de la disputa entre la Casa Blanca y el Congreso sobre el próximo presupuesto. Esta vez se trata, de momento, de un cierre: poco más que simbólico, tanto porque ha coincidido con un fin de semana, lo que ha obligado a clausurar sólo museos y parques públicos, como porque se han tomado medidas para que la suspensión de actividades, en caso de que no haya acuerdo antes de mañana, afecte sólo a un 15% de los empleados públicos.En términos políticos, sin embargo, las consecuencias de este cierre pueden ser peores que las del ocurrido en noviembre. Los republicanos del Congreso y el presidente demócrata, tratando de defender sus principios, envían a los ciudadanos un mensaje de intransigencia y caos que puede terminar dañando a ambos.

Al margen de esos cálculos ole corto plazo, el hecho insólito de que en el plazo de un mes Estados Unidos tenga que hacer frente por dos ocasiones a una crisis de estas proporciones demuestra que el debate sobre este presupuesto no es un debate más sino una discusión profunda sobre él modelo de sociedad que el país perfila para los próximos años.

Clinton convocó una conferencia de prensa el viernes por la noche para decir que las conversaciones con los líderes republicanos se habían roto porque la oposición pedía al Gobierno "profundos e incondicionales recortes en Medicare y Medicaid [la ayuda médica a los pensionistas y los pobres]". "Eso es inaceptable", recalcó. Minutos después, el líder republicano en el Senado, Robert Dole, compareció también en público para asegurar que el presidente estaba engañando a la nación.

Tanto Clinton como los republicanos están de acuerdo en que es necesario combatir y acabar con el déficit público. Como resultado de la crisis del mes pasado, el presidente accedió a hacerlo en el plazo que los republicanos pedían: siete años. Poco después presentó al Congreso un proyecto de presupuestos en el que se acaba con el déficit en siete años sin sacrificios tan grandes como los que la oposición quiere en seguridad social y programas de ayuda a los pobres.

Los republicanos aseguran que las cifras que Clinton manejó en ese proyecto están maquilladas y que, por tanto, no se trata de una oferta realista y aplicable.

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