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LOS ESCÁNDALOS DEL ARTE

"La carne es una materia que conserva su memoria", afirma Marcel.lí Antúnez

La obra del creador catalán destaca en un panorama artístico rico en sensaciones

Jacinto Antón

Los británicos que se han conmocionado ante los bichos de David Hirst sufrirían pesadillas si conocieran el trabajo del catalán Marcellí Antúnez. Las siniestras cabezas humanas confeccionadas con carne de cerdo que ha creado este Frankenstein local de la escultura han perturbado ya a públicos de diferentes puntos de España. Han sacudido incluso en Barcelona, ciudad que parece curada de espantos tras albergar instalaciones escultóricas como la de Jannis Kounellis, compuesta por trozos de ternera despiezada, o la de Sergi Caballero, en la que había que mirar a través del ano de un cerdo disecado, por poner dos ejemplos de plástica ganadera. "Me interesa de la carne que es una materia que conserva su memoria" reflexiona Antúnez.

Kounellis expuso en 1989 en el Espai Poblenott una serie de piezas de ternera, colgadas de ganchos como en una carnicería. El artista señalaba que para él, la "carne significa un aspecto popular de la vida", y le sugiere "vitalidad". Patrocinada por Olimpiada Cultural e inmortalizada en un catálogo, la instalación fue acogida con cosmopolita impasibilidad (hay que decir que los trozos de carne eran periódicamente reemplazados para evitar su putrefacción). Lo de Kounellis fue un juego de niños desde el punto de vista de la conmoción comparado con algunas creaciones de Antúnez. Miembro fundador de La Fura dels Baus, Antúnez formó parte paralelamente del grupo plástico Los Rinos, de procelosa memoria, con el que debutó en terrenos como el grafito y la performance. De Los Rinos formaba parte también ese Sergi Caballero que presentó en 1993 y en una sala de la Fundación La Caixa, para más delito, una escultura instalación en la que el visitante debía agacharse y mirar a través del agujero del ano de un cerdo disecado, operación que permitía admirar un video de intenciones vagamente taoístas.Los Rinos crearon en 1987 en L'Hospitalet una instalación absolutamente acongojante que deja empequeñecido el zoo de David Hirst. He aquí la lista de lo que exponían Los Rinos: un cordero entero, dos cabezas de cerdo, pezuñas de vaca, asadura variada, tres patas de jamón de Jabugo, panceta, 25 codornices 4 pollos, berenjenas, naranjas y legumbres. La gracia del asunto es que todo ese material orgánico, instalado en cajas de vidrio comunicadas, lo dejaron pudrir durante semanas. Surgieron miriadas de gusanos; la materia, convertida en una pulpa lovecraftiana, dejó de ser reconocible, y los efluvios perturbaron a todo paseante cercano. Ya solito, Antúnez mostró en 1993 una exposición con piezas como un molinillo de lenguas de ternera. Pero la piéce de resistance de aquella colección eran (son, pues aún sigue itinerando) las cabezas de aspecto humano confeccionadas con carne animal cosida. Marcel.lí recuerda que el asunto de la oveja de Hirst, al que conoce, coincidió con su propia presentación de Joan, un muñeco de carne a tamaño natural capaz de mover, levemente, el pene. Ahora proyecta otro que será comestible.

Antúnez es un profeta de la carne como materia escultórica: "La gente percibe enseguida que aquello no es cera ni plástico, hay como un halo: es la pulsión de lo que ha sido matado". Enmarca el interés por esta materia en el movimiento del arte de retorno a referentes reales, "un rechazo a lo neoconceptual en aras de cosas que la gente puede entender". En ese sentido destaca la columna de Cuco Suárez hecha con testículos de buey. "En España somos muy sensibles a esta estética, por la gastronomía y la tradición barroca", apunta.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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