"Madrid es una ciudad de señores cabreados"
Es conservador en alguna de sus costumbres, como esa que le lleva a comprar sus puros siempre en el mismo estanco de la calle de Alcalá. Y es que de sus 60 años (cuando nació en Montevideo) ya lleva unos cuantos en Madrid, 42 para ser exactos, a base de puros castizos y mucha profesión. Su historia está tan ligada a esta ciudad que se permite el pasarla revista tanto a ella como a sí mismo. "Madrid es una ciudad de señores cabreados", dice. Por lo demás, no citar el Un, dos, tres es como olvidarse del abecé de la tele española. Sin embargo, ese programa o Waku, Waku, "aquél de los animalitos", o Hablemos de sexo, en muchos sentidos, no son nada comparados con el esperpéntico y valleinclanesco El semáforo que tiene entre manos. Con él está aprendiendo mucho de psicología. Desde hacía mucho tiempo no había tenido la boca tan seca en un programa, "como preguntándome, bueno, ¿qué puede pasar aquí?".Pregunta: ¿Y qué puede pasar en El semáforo?
Respuesta: En el Un, dos, tres, por ejemplo, el público no era libre. Es la primera vez que he puesto un notario para que de fe de que el público y los participantes se comportan como quieren. No hay truco.
P. ¿Como cuáles?
R. Aquí, la gente no viene por ganar dinero, vienen por necesidad de gloria y popularidad. Siempre hablo con los participantes después del programa, me apasiona ahondar en el espíritu humano. Este programa, no sé si para bien o para mal, ayuda a superar represiones. ¿Cómo se explica que un hombre se quiera vestir de mujer o que una chica recién casada quiera hacer un strip-tease en televisión? Y tenemos a más de 20.000 personas dispuestas a venir.
P. ¿Y hay algo que le apasione tanto como hablar de televisión, por ejemplo, Madrid?
R. Me gustaba, pero ya no. Esta ciudad ahora es hostil, agria, incómoda. Tengo mi centro de trabajo aquí, si no ya me hubiera ido. Es sólo una sombra del Madrid amable, divertido, que dejó de existir hace muchos años.
P. ¿Podría cambiar?
R. Lo veo difícil, porque se ha ido perdiendo la identidad. Cada vez que vuelvo a Londres, que es la ciudad donde yo viviría, es más Londres. Barcelona sigue siendo Barcelona, pero Madrid no, se ha ido diluyendo en algo que es más que una gran ciudad. Ni las pintadas callejeras son madrileñas...
P. Se ha ido a vivir cerca de Prado del Rey, ¿es un síntoma de fidelidad a TVE?
R. No, es un síntoma de que en la calle de Apolonio Morales se podía aparcar bien, era tranquila, ahora una de las más peligrosas de Madrid. Me he ido cerca de Prado, estoy más tranquilo y se respira bien.
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