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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La paz ya es posible

DESPUÉS DE cuatro años de guerra, 250.000 muertos, casi tres millones de refugiados o desplazados, decenas de miles de desaparecidos, mujeres violadas y multitudes de mutilados, la guerra en los Balcanes terminó ayer oficialmente en París. Oficialmente, porque nuestros dirigentes occidentales ya dieron por acabada esta guerra en la Conferencia de Paz de Londres en agosto de 1992, y desde entonces ha llovido mucha metralla y mucha sangre sobre los campos y ciudades de llosnia-Herzegovina. Pero la situación es radicalmente diferente ahora. Por eso se puede decir, aunque con infinita prudencia, que la paz ya es posible en los Balcanes. Pero que nadie crea que es siquiera probable. En estos años de guerra se han acumulado demasiadas cuentas en toda la región como para creer que una firma en París va a saldarlas de golpe.En una solemne ceremonia, ante la mirada y bajo el aplauso de numerosos jefes de Gobierno y altos dignatarios internacionales, los presidentes de Serbia, Croacia y Bosnia-Herzegovina firmaron en el Elíseo, el acuerdo negociado en Dayton (Ohio). El presidente francés, Jacques Chirac, pudo escapar por unas horas a los agobiantes problemas de su política interna y transmitir por arte de birlibirloque el mensaje de que la paz de Dayton es la paz de París. Junto a Chirac testificaron la firma, Bill Clinton, Helmut Kohl, Felipe González, John Major y Víktor Chernomirdin.

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Tras el acuerdo de Dayton y la firma de ayer queda lo más difícil: conseguir que se cumpla. Y si algunos de los puntos serán de muy difícil aplicación, otros son simplemente de imposible cumplimiento, como el regreso de los refugiados a sus hogares. La inmensa mayoría de esos hogares han sido reducidos a cenizas. El acuerdo ha sido posible porque la OTAN, bajo presión de EE UU, hizo entender a los serbios, con su intervención militar,que se habían acabado los tres años de impunidad; porque el reforzamiento del Ejército de Croacia y la frágil pero eficaz alianza militar y política entre el Gobierno, de Sarajevo y las fuerzas croatas ha funcionado infligiendo muy graves derrotas a las fuerzas serbias, y porque, por primera vez, Washington ha mostrado dispuesto a participar con 20.000 hombres en la aplicación y vigilancia del plan.

Por desgracia, y para vergüenza de los europeos, es cierto que este plan tiene un sello norteamericano. Y que los contendientes sólo lo han firmado porque cuenta con la garantía de Washington. Pero la financiación de la reconstrucción sí recaerá sobre Europa, que tiene aquí un ejemplo de cómo su falta de unidad otorga a Estados Unidos el prestigio asociado a la paz, mientras los costes recaen sobre la espalda europea. La tarea de reconstrucción exigirá aportaciones inmensas. Sólo la, limpieza de los varios millones de minas personales y anticarro que han sido colocadas en los escenarios bélicos supondrá una labor extremadamente costosa y peligrosa. En muchas ciudades de Bosnia no queda literalmente ni una sola casa en pie y la infraestructura está destruida en gran parte.

Con un total de 60.000 hombres, esta vez fuertemente armados, la OTAN vigilará el cumplimiento o al menos intentará evitar ola violación flagrante del acuerdo. Las tropas permanecerán no más de un año, según las intenciones de la Alianza. Restablecer en ese plazo un cierto tejido de convivencia a través de los frentes parece tarea ilusoria. Por ello, Estados Unidos está decidido a aprovechar este tiempo para dotar al Gobierno de Sarajevo de suficiente armamento y formación para que tenga después capacidad de defenderse por su cuenta. Pare ce algo razonable, por muchas reticencias que suscite entre algunos aliados europeos. Sólo la mutua disuasión impedirá que, una vez acabada la misión de la OTAN, los tres Estados en conflicto intenten utilizar de nuevo la política de hechos consumados en el campo de batalla que, de forma implícita, ha sido sancionada por la comunidad internacional.

El plan tiene muchos puntos que contradicen su propio espíritu. Bosnia-Herzegovina será un Estado único, soberano e independiente. Pero su división en dos entidades, una serbia y otra de la federación bosniocroata, hace prever que a medio plazo la primera acabe adhiriéndose de hecho a Serbia. Y Washington tendrá que ejercer como atento protector del Gobierno de Sarajevo para que la federación bosnio-croata no se convierta también en un instrumento, para que Croacia fagocite a Bosnia. En todo caso, las partes, contendientes seguirán siéndolo, a pesar del acuerdo de París. Y pondrán continuamente. a prueba la firmeza de la OTAN. Cualquier signo de debilidad será interpretado como posibilidad de conseguir ventajas en aquellas partes de la línea del frente donde cada uno se considere con más fuerza u oportunidad que el enemigo.

El acuerdo es malo porque reconoce las divisiones territoriales por criterios étnicos y las conquistas por la fuerza, en contra de los principios de las democracias. Pero ya no había salida buena para este conflicto y era peor seguir sumando muertes y tragedias. Falta por ver si la comunidad internacional tiene ahora la firmeza para impedir que se reanude la guerra.

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