La policía vigilaba desde hace pocos días la colonia donde viven los empleados civiles de la Armada
Los funcionarios del parque móvil de la Armada llevan varios días asustados. La colonia La Marina, donde vivían los fallecidos y sus compañeros (a 500 metros de la explIosión), era custodiada por el Cuerpo Nacional de Policía desde hace una semana, relataron los compañeros. Nunca hasta el pasado puente gozaron de la protección policial. "Si nos vigilaban, era por algo, nos podrían haber avisado", se lamentaban los trabajadores. Los fallecidos llevaban un año regresando a casa por el mismo camino. Siempre la misma ruta, aunque en furgonetas camufladas bajo distintas matrículas.
Según compañeros de los seis trabajadores asesinados, la furgoneta realizaba el mismo trayecto por orden de los mandos. "En los últimos 12 meses iban y regresaban por el mismo lugar. Nadie nos impuso un cambio", comentaron. Desde su casa de Vallecas a la calle del Marqués de Mondéjar, sede del parque de la Armada, empleaban entre 12 y 16 minutos.Los trabajadores civiles del cuartel automovilístico no están obligados a usar el transporte de la Armada. Sin embargo, nadie optaba por el metro o el autobús. "Porque no vivíamos obsesionados con la idea de que pudieran atentar contra nosotros", matizaban ayer. No obstante, desde la semana pasada todos se alarmaron al ver patrullas en el barrio.
El jefe del parque móvil de la Armada, el teniente coronel Carlos Guitarrey, aseguró anoche: "Nunca sospechamos que podrían atentar contra un coche repleto de funcionarios". "La ruta no se modificaba porque no existía peligro". Guitarrey visitó ayer, en nombre de la Armada, las casas de todas las víctimas.
Los fallecidos llevaban, al menos, trabajando 20 años en el parque de Marqués de Mondéjar. Eran funcionarios civiles. Su sueldo neto no superaba las 115.000 pesetas. Ahora disfrutaban de su primer privilegio como empleados dependientes de la Armada. Defensa les acababa de vender las viviendas. Habían desembolsado entre 3 y 4 millones por las escrituras de las casas donde viven desde hace más de 30 años.
Los fallecidos
Los fallecidos son: Santiago Esteban Junquer, de 58 años, casado y con ocho hijos,, administrativo. José Ramon Intriago, de 43 años, casado y con tres hijos. Se encargaba de la electricidad de los coches. Un hombre amable y muy. trabajador, según sus amigos. Su mujer fue trasladada a un hospital al conocer la noticia. Su hijo, lleno de ira, rompió un cristal en la puerta de casa. Manuel Carrasco Almansa, de 56 años, casado y con cuatro hijos. Conductor. Era el más veterano de todos. Una excelente persona dispuesta a ayudar a. todo el mundo, según sus compañeros. Florentino López del Castillo, 55 años, casado, con siete hijos. Era el hombre que conducía la furgoneta blanca Mercedes Renz 100. Félix Ramos Bailón, 55 años, casado y con tres hijos. Trabajaba en el taller de chapa. Los compañeros le recuerdan como un poco gruñón, pero de gran corazón. Martín Rosa Valero, de 61 años, casado, con tres hijos. También conductor. Junto a los fallecidos viajaban los tres heridos: Fidel Rico Moreno, Manuel García Muñoz y Pedro Díaz Bustabad.
Habitualmente también ocupaba uno de los asientos Carlos Caridad. Se libró de la explosión por enfermedad. "Yo llevo viajando con todos ellos desde hace un año", explicó. "No me lo puedo creer, si no llego a estar enfermo, ahora estaría muerto". Su esposa, conmovida, decía: "Sólo pienso en cómo estarán todas esas mujeres".
Los empleados del parque móvil del Cuartel General de la Armada, compañeros de los fallecidos, se reunieron anoche: en la colonia de La Marina. La mayoría se enteró de la explosión en casa. Una bomba que estremeció la colonia. A los diez minutos todos sabían que habían atentado contra varios compañeros. Dos de los hijos de las víctimas se acercaron al lugar de la explosión. Allí reconocieron, entre llantos, a sus padres muertos. "No puede ser, no puede ser. Que más quieres que te diga", explicaba uno de ellos.
Los féretros de cinco de los seis muertos saldrán a las 9.00 hacía la Agrupación de Marina, en Arturo Soria. El cadáver de Martín Rosa saldrá hacía Jaén, donde será enterrarlo
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