_
_
_
_
Entrevista:

"El Estado europeo de bienestar permite salarios más bajos"

Victoria Carvajal

Profesor en la Universidad de Harvard y en la London School of Economics, Freeman dejó de colaborar con la Administración Clinton cuando la llegada de los republicanos al Congreso estadounidense vació de contenido el programa del Gobierno para mejorar la formación de los menos cualificados y reducir así la creciente brecha entre pobres y ricos. No cree que el Control de la inflación y reducción del déficit público sean las únicas vías para crecer y crear empleo. Critica del mercado de trabajo estadounidense, usado de referencia para las reformas laborales en Europa, su incapacidad para integrar a los marginados y menos preparados. Y cita un dato demoledor: mantener a un preso en la cárcel cuesta 20.000 dólares al año en EE UU, el equivalente a un año de estudios en Harvard.Pregunta. ¿Qué margen de acción para reducir el paro deja el control de la inflación y del déficit público?

Respuesta. En Francia, Mitterand intentó combatir la crisis de 1982 con unas políticas fiscal y monetaria muy laxas y fracasó. Los gobiernos occidentales aprendieron la lección: no se crea empleo con políticas inflacionistas. Pero lo que está claro es que podemos reducir la inflación y tener un déficit público muy bajo y pese a todo no conseguiremos bajar el desempleo. Ese es el caso del Reino Unido, cuyo paro roza el 10%. Pero es erróneo plantear la solución como la elección entre una política expansiva o una restrictiva. Se pueden usar los tipos de interés para controlar la inflación pero no para reducir el paro. La desregularización de los mercados de trabajo es el segundo instrumento, pero de segundo orden. Mire otra vez el ejemplo del Reino Unido, donde el despido es libre. Lo que es curioso es que con unas leyes laborales parecidas a los sesenta y setenta, cuando no había paro, ahora hay un desempleo elevadísimo.

P. Quizás es que esos modelos ya no sirven en una economía globalizada. ¿No cree que el mercado de EE UU se ha adaptado mejor?

R. Yo creo que hay otros caminos para reducir el paro. Hay una teoría que parece haber calado en la Comisión Europea que es la de reducir el coste del trabajo poco cualificado. Eliminar sus impuestos [cotizaciones a la seguridad social] con el acuerdo de los empresarios, sindicatos y gobiernos porque los trabajadores podrían exigir salarios más elevados si los patronos se ahorran estos impuestos. Eso sí, para evitar que el déficit público creciera por perder estos ingresos habría que gravar otras cosas, como la contaminación.

P. Pero lo que el empresario se ahorra en el coste de la mano de obra lo pagará en impuestos.

R. Pero es que son precisamente las empresas más intensivas en capital y poco intensivas en mano de obra las que más polucionan. Así que sería una forma de gravar el capital. Si no, se podría pensar en gravar más los bienes de lujo.

Es una cuestión de, como diría..., solidaridad. En España no es soportable una tasa de paro del 23%. La mayoría son trabajadores poco cualificados y marginados de la sociedad. Mire el caso de Alemania. Allí se ha creado un impuesto especial para crear empleo en el Este. La desregulación no resuelve todos los males.

P.¿Europa se equivoca entonces, al tomar el mercado laboral estadounidense como modelo?

R. Mire, en la recesión de principIos de los ochenta la Administración Reagan creyó que los problemas de pobreza se resolverían cuando se creara empleo y se dieron ventajas fiscales a los ricos. Ahora tenemos, según los cálculos más conservadores, medio millón de sin techo. No es justo decir que las políticas, sociales europeas están obsoletas. Si Europa tuviera una tasa alta de ocupación, éstas funcionarían muy bien porque facilitarían la transición de un empleo a otro y evitarían la marginación de EE UU.

P. ¿Pero es sostenible el Estado de bienestar europeo con las actuales tasas de paro?

R. Si se quiere mantener el Estado de bienestar, la mentalidad debe cambiar en Europa. La protección sanitaria, las subvenciones a la vivienda y las pensiones públicas, deberían dejar margen para que bajaran más los salarios. El Estado de bienestar debe ser compatible con salarios más bajos.

P. ¿Cúal es el menos malo el modelo europeo o americano?

R. Yo creo que la mayoría de los políticos, y es quizás la visión más pesimista, no tuenen ni idea de qué hacer. En EE UU ya nadie habla del problema de la pobreza y de los sin techo con la esperanza, quizás, de que desaparezca algún día. Esperan que la iniciativa privada lo resuelva con alguna idea mágica, alguna innovación tecnológica que cree puestos de trabajo. Es la visión más conservadora: los Gobiernos 10 pueden hacer nada y tiene que ser el mercado el que lo haga. La otra visión es la de aplicar alguna política desde el Gobierno que ayude a un cambio. En cualquier caso, los beneficios de la libre contratación y despido en EE UU están exagerados.

P. Si el mercado laboral estadounidense no es el ejemplo que debe seguir Europa, ¿no cree que sí lo es la flexibilidad que hay para crear nuevos negocios? En España se habla de los horarios comerciales, la ley del suelo, etc, como frenos a la creación de empleo.

R. Creo que lo importante es deshacerse de las restricciones que frenan la productividad y no de las restricciones laborales. Habría que ver, caso por caso, en qué sectores la economía española tiene, proporcionalmente, menos trabajadores que en igual sector en EE UU, por ejemplo, y promover el crecimiento allí. Este tipo de soluciones se acerca mucho más al mundo que conocen los trabajadores y empresarios que las grandes políticas macroeconómicas.

P. Usted trabajó con la Administración Clinton. ¿Está decepcionado por el fracaso del programa social del Gobierno?

R. Digamos que estoy triste. Cuando Clinton llegó al poder, había grandes esperanzas de que las cosas cambiaran, pero no ha sido así. La llegada de los republicanos al Congreso, además, ha supuesto que todo el proyecto para mejorar la formación profesional y la reforma de los subsidios sociales haya pasado a manos de los diferentes estados. Sin embargo, hay que reconocer que los republicanos quieren cambiar las cosas. Aunque no creo que lo que pretenden hacer nos lleve donde queremos. Estoy de acuerdo en que hay que reducir el déficit público y que la asistencia a los jubilados no puede crecer más y más mientras los salarios crecen menos y menos. Pero cortar el subsidio a las madres solteras, cuyo coste es insignificante, me parece cruel y no evitará que tengan más hijos. Sólo empeorará el problema. Pero hay que reconocer que Newt Gingrich [líder de la Cámara de Representantes] tiene la capacidad de proponer soluciones radicales a los problemas. Creo, incluso, que si no salen bien sus propuestas es capaz de buscar otra solución radical. Lo que es cierto es que la sociedad estadounidense estaba harta de la parálisis de la clase política y pedía un cambio. La reciente marcha del millón de hombres negros sobre Washington refleja su hastío con el sistema: pobreza, crimen, salarios bajos, sin oportunidad. Ya veremos si el giro republicano lo soluciona...

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_