Indra afila sus armas
La compra de Hispasat se suma a otras adquisiciones encaminadas a convertir a la compañía en un actor de referencia europeo dentro del negocio de la Defensa
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En el último día de enero, el mes de Jano, el dios de las dos caras, Indra dio un paso que esperaban los mercados. La compañía anunció la compra por 725 millones de euros de la empresa de satélites Hispasat a Redeia. Un paso fundamental para encabezar la estructura nacional de la defensa. Los principales accionistas de Indra —la pública SEPI (28%), Escribano (14,3%) y Amber Capital (7,23%)— encarnan las dos caras de la empresa tecnológica. Indra es en parte pública y en parte privada, y opera con un doble objetivo: apuntalar los intereses del Estado en un sector estratégico como la Defensa y satisfacer la rentabilidad que reclaman los inversores. Indra, nacida en 1992 de la fusión de la privada Ceselsa y el grupo público Inisel, cotiza en Bolsa desde 1999, tiene un valor de 3.000 millones, y en los últimos cinco años el precio de la acción ha aumentado más del 50%.
La figura del dios bifronte, símbolo de cambio y transición, se ajusta a Indra. En los dos lados de la operación de compra de Hispasat hay capital público. La SEPI controla un 20% del vendedor Redeia y un 28% del comprador Indra. En el corazón de la compra hay una pieza clave: Hisdesat, una compañía relativamente pequeña, con éxito en un segmento sensible —las comunicaciones militares seguras por satélite— y buenas expectativas. La compañía ha pasado en tres años de facturar 50 millones a facturar 150 millones. Con la compra de Hispasat, Indra controlaría el 50% del accionariado de Hisdesat (un 7% que ya poseía más el 43% que tenía Hispasat). El resto del capital social de la empresa se divide entre el Ministerio de Defensa, que tiene un 30% a través de ISDEFE, Airbus (15%) y Sener (5%).
La mitad no basta. Toda la operación está condicionada a que Indra se haga con el control mayoritario de Hisdesat. “La cláusula suspensiva está firmada [entre Redeia e Indra]”, señalan fuentes cercanas a la operación, “si no hay control [de Hisdesat], no hay compra”. Además de la cláusula Hisdesat, la compra de Hispasat está condicionada a la aprobación de la junta de accionistas prevista en junio, la obtención de autorizaciones regulatorias en España y en otras regiones, y la aprobación del Consejo de Ministros.
La operación, si todo va según lo previsto, se cerrará en el último trimestre del año. Desde el punto de vista financiero no supondrá un gran esfuerzo. Indra es una empresa saneada. En palabras de su director de Estrategia, Pedro Fuster, una empresa capaz de abordar “ciclos de inversión tanto internos como externos”. La última compra no supone una carga excesiva. “La operación”, detallan los analistas de Bestinver Securities, “considera la consolidación de la deuda neta de Hispasat de 157 millones que se vería compensada por la posición neta de caja de Hisdesat, no aportando deuda neta al Grupo Indra —al margen del préstamo de adquisición (700 millones)—”.
La reacción inicial del mercado a la compra de Hispasat fue negativa. Pero pese al castigo inicial, Renta 4, como buena parte de las casas de análisis —Bestinver, Bankinter, RBC o Intermoney—, valora en positivo el último movimiento. “Esta adquisición le permite a Indra situarse entre los líderes europeos en Espacio y le da acceso a participar en proyectos a nivel europeo, entre los que destaca IRIS 2, uno de los cuatro principales programas espaciales europeos, orientado a garantizar comunicaciones seguras”, señala el análisis.
Componentes críticos
En esencia, el plan de Indra pasa por convertirse en un líder empresarial capaz de ofrecer los componentes más críticos para la operación de las Fuerzas Armadas, con un valor estratégico de alto nivel. Todo está contenido en el plan presentado hace menos de un año bajo presidencia de Marc Murtra, recién nombrado presidente de Telefónica. “Vamos a cumplir con el plan estratégico e intentar hacerlo más ambicioso”, ha adelantado el sucesor de Murtra en Indra, Ángel Escribano. Parte del camino ya lo ha recorrido. En los últimos meses, Indra ha completado la adquisición de Deimos —especializada en el sector aeroespacial— a Elecnor; ha tomado el control del consorcio Tess Defense, encargado de la fabricación del vehículo de combate sobre ruedas 8x8 Dragón, y ha adquirido junto al Grupo Oesía el 60% de Epicom, empresa de cifrado filial de Duro Felguera. En 2023, además, llegó a un acuerdo con el grupo de capital riesgo Bain Capital para entrar en el capital de ITP Aero (9,5%), referente en motores aeronáuticos e industriales.
Como parte del mismo plan, aseguran en Indra, la compañía va a crear más de 5.000 puestos de trabajo tecnológicos y digitales de alto valor en todo el mundo para 2026. Son planes que exigen liquidez. Bestinver y Renta 4 creen que Indra podrá dedicar a compras sin demasiado esfuerzo en torno a 1.100 millones de euros. Y hasta 1.500 millones si se suman las posibles desinversiones en la filial Minsait. Las estimaciones apuntan a una liquidez de 600 millones después de pagar dividendos en el periodo 2024/2026. Renta 4 detalla más. Según sus estimaciones, el gasto de capital en la mejora de activos para los próximos cinco años alcanzará unos 400 millones, de los que el 60% estará financiado por la Comisión Europea.
Si el plan se cumple, Indra se sumará al pelotón de notables de Defensa en Europa constituido por Thales en Francia, Bae Systems en el Reino Unido y Leonardo en Italia. En España, encabezará un sector poblado. Según el anuario de referencia (SPAIN Defence and Security Industry 2023), en España hay 543 empresas inscritas como potenciales suministradoras de material en la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) de Defensa. Viven un buen momento. Los presupuestos de defensa —en la UE y en España— son los mejores de la historia. Más presupuesto, más negocio.
En España, en 2023, el presupuesto creció un 26,3% respecto al año anterior, hasta 12.827 millones. Mientras, en Europa, los gobiernos están animando a las compañías a consolidar y lograr mayor coordinación y escala en programas de investigación y desarrollo militar. La estrategia europea aboga por progresar de manera constante para que al menos el 50% de su presupuesto de contratación pública en materia de Defensa se adjudique dentro de la UE de aquí a 2030 y el 60% de aquí a 2035. Y todo enmarcado por las presiones de la nueva Administración de EE UU para que los países OTAN inviertan al menos un 5% de su riqueza anual en armamento.
Según los informes de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) con datos de la OTAN, el gasto de Defensa de España ha pasado del 0,9% del PIB en 2019 hasta el 1,3% en 2023. Además, estima que se mantendrá en el 1,3% del PIB en 2024. La tendencia es clara y explica por qué la valoración de las empresas de defensa
—relación del valor en Bolsa sobre el beneficio— ha pasado en poco más de dos años de 13,2 veces a 16 veces, “lo que refleja altas expectativas por el crecimiento del sector”, según un informe de Accuracy.
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