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El Gobierno italiano busca una mayoría estable para la presidencia de la UE

Los pequeños partidos ex democristianos integrados en el llamado Polo de la Libertad se apartaron ayer de Alianza Nacional (AN) y Forza Italia (FI) al presentar una moción parlamentaria de apoyo a la línea del Gobierno de Lamberto Dini para el semestre de la presidencia italiana de la Unión Europea (UE), que comienza en enero. El propio Dini pidió ayer al Parlamento un mandato programático claro. Pero el primer elemento implícito en el debate es si Dini presidirá o no todo el semestre. La iniciativa de los ex democristianos perfila una nueva mayoría, que le ayuda.

Los diputados del Centro Cristiano Democrático (CCD) y de Cristianos Democráticos Unidos (CDU) podrían, en efecto, sustituir como soporte del Gobierno a los de Refundación Comunista, que sólo sostendrán a Dini hasta el 31 de enero. Alianza Nacional y Forza Italia han dicho que quieren las elecciones en febrero. Lo mismo ha declarado el secretario del Partido Democrático de la Izquierda (PDS), Massimo D'Alema.Pero Romano Prodi, líder de la, coalición de centro izquierda, que generalmente se coordina bien con D'Alema propuso ayer que se vote a finales de mayo. Así, se podrían celebrar las elecciones sin necesidad de que el Gobierno italiano cambie durante la presidencia europea. En Italia, se requiere siempre más de un mes a partir del voto para que haya nuevo Gabinete.

Favorece la aproximación del voto el deseo de D'Alema de aprovechar las horas bajas de Silvio Berlusconi, líder de FI; pero también el de éste, de utilizar la campaña electoral para paralizar incluso el proceso por corrupción que se le abrirá el próximo 17 de enero en Milán, y la impaciencia del pujante Gianfranco Fini, presidente de AN, por acelerar la política.

Los centristas, en su mayoría ex democristianos, buscan, en cambio, tiempo para reconstruir su tercera vía entre la izquierda y la derecha. Fue el CCD el primero que propuso elecciones en mayo.

Nada de esto tiene que ver con la presidencia europea, pero es claro que tampoco se puede debatir cuál será su curso sin tropezar con el problema de estas elecciones que, según la prensa italiana, Berlusconi, Fini y D'Alema abordan como el juego de la cerilla. Hasta ahora, se quemaba el que, por querer ir a votar, apareciera como responsable de la caída del Gobierno. Pero en cuanto se aprueben los presupuestos para 1996, se quemará quien aparezca como empeñado en retrasar la cita con las urnas.

D'Alema propuso hace días que los partidos aclaren sus posiciones antes del próximo 15 de diciembre, de modo que Dini pueda decir claramente al Consejo Europeo de Madrid si habrá o no elecciones durante la presidencia italiana. La propuesta no ha tenido una gran acogida.

En ese confuso contexto, Dini dijo ayer al Parlamento que "es necesario que el Gobierno al que toque [la presidencia europea] tenga ideas claras y reciba un claro mandato". Para facilitar el amplio consenso" habló de la necesidad de revisar el tratado de Maastricht, durante la conferencia prevista para el próximo mes de marzo, a fin de "evitar que la mitad de los países queden dentro y la otra mitad fuera de la Unión Monetaria"; sostuvo que el Consejo Europeo en el que se valorará a cada país de cara a la UM no deberá celebrarse antes de la primavera de 1998, y propuso que Italia haga el esfuerzo considerable, pero no imposible", de acelerar en un año la convergencia con los criterios de Maastricht.

Síntoma del ambiente es que Forza Italia encomendó la respuesta a Antonio Martino, ex ministro de Exteriores de Berlusconi, conocido por su euroescepticismo. Martino sostuvo ayer que los criterios de convergencia de Maastricht son "absolutamente arbitrarios" y han impuesto "una política fiscal reaccionaria"; que el déficit público no tiene nada que ver con la moneda única, y que "la atribución a Alemania de un liderazgo institucionalizado es contrario a los ideales europeos".

Pero el ministro afirmó, ante todo, que el Parlamento italiano debe "ahorrar a Italia el insulto" de presentarse a la cita con. Europa "sin un Gobierno dotado de la autoridad que sólo el voto popular confiere".

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