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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Taiwan democrático

TAIWAN PROSIGUE con su cauto pero progresivo avance hacia una democracia de corte occidental, después de haber conseguido un elevado nivel de vida gracias a su vertiginoso desarrollo económico. El Partido Nacionalista, o Kuomintang que gobierna Taiwan desde que se refugio en la isla en 1949 tras su derrota frente a los comunistas en la China continental, consiguió en las elecciones legislativas del pasado sábado una victoria estrecha para lo que venía siendo habitual desde la introducción, hace una década, de la democracia en ese territorio. De los 164 escaños en liza obtuvo 85, frente a los 92 de la anterior legislatura. Ese retroceso, aceptable en cualquier partido en el gobierno de cualquier democracia de cualquier país normal, tiene en Taiwan una enorme importancia psicológica. Es un reflejo de la creciente pluralidad, madurez democrática y limpieza de los comicios.La campaña electoral había estado marcada por la renovada agresividad retórica hacia la isla por parte de Pekín. En junio pasado, Pekín se indignó por una visita de carácter privado de Lee Teng-hui, el presidente de Taiwan, a Estados Unidos y atacó Con dureza a las autoridades norteamericanas por permitirla. En julio, el Ejército chino efectuó maniobras navales y ensayos con misiles en las cercanías de Taiwan. En las semanas anteriores a los comicios del sábado repitieron maniobras en la zona, esta vez simulando un ataque anfibio a una isla. El mensaje es claro. Pekín quiere sugerir que no descarta una intervención militar si Taiwan, a la que considera una parte de su territorio que algún día debe volver incondicionalmente al seno de la madre patria, da el menor paso hacia la independencia.

Pekín ha acogido con satisfacción el resultado obtenido el sábado por el Nuevo Partido Chino, una escisión del Kuomintang, que dispondrá de 21 escaños. Esa formación propugna una actitud más conciliatoria hacia las autoridades chinas, y afirma que el presidente Lee está alejando al Kuomitang del tradicional objetivo de la reunificación para inclinarlo hacia la independencia unilateral de Taiwan.

En realidad, Lee propugna la unificación siempre que estas se haga a partir del reconocimiento por parte de Pekín. de la realidad de Taiwan y del estableciminto en la China continental de un sistema demócrático. Taiwan va por delante de China continental en todo, lo que hace un Estado moderno. Y sigue siendo mayoritaria esta opinión de que los chinos deben vivir en una patria común, pero cuando todos gocen de democracia real y se hayan liberado del despotismo del Partido Comunista Chino, totalitario en su dogma de monopolio político e ideológico, por mucho que su economía siga abriéndose al mundo. Pekín debería tomar buena nota del crecimiento del Partido Democrático Progelísta, que ha obtenido 54 escaños, cuatro más que en la anterior legislatura, y que sí es plenamente independentista.

No es descartable que Pekín pueda responder con un bloqueo naval y aéreo de la isla en caso de que Lee diera algún paso considerado excesivamente provocador. Pero Taiwan está demostrando mucha habilidad en combinar la necesidad que, como nueva potencia económica, tiene de estar presente en el escenario internacional con gestos para aplacar el nerviosismo de la gerontocracia pequinesa. Lee tiene un margen muy estrecho, pero Pekín debería actuar con mayor sabiduría para evitar que los chinos más ricos y libres, los taiwaneses, acaben perdiendo toda esperanza de que la reforma de la China continental es posible, y la unificación, por tanto, viable.

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