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70 cajeros automáticos expenderán entradas para el cine a partir de enero

Antonio Jiménez Barca

Dentro de dos meses, los aficionados madrileños al cine comprarán entradas para determinadas películas en un cajero automático. Es algo que ya se hace en Barcelona, donde La Caixa, empresa propietaria de estos cajeros multiusos, posee ya 400 máquinas expendedoras. Igual vomitan entradas para el teatro que para el cine o para conciertos. En Madrid existen ahora 28 terminales, pero sólo un teatro, el Nuevo Apolo, se encuentra conectado al sistema. Convencidos del futuro del método, los responsables de La Caixa piensan ampliar la red madrileña a partir de enero.

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El sistema del cajero revoluciona las colas, las esperas y el cartel en taquilla de No hay localidades. Un ejemplo: veraneaba Pilar Fernández, de 48 años, en una localidad de la Costa Brava el pasado agosto. Tenía interés en asistir a un concierto del festival de Peralada, ciudad situada a unas decenas de kilómetros. Enterada del sistema de los cajeros Servicaixa, acudió a uno, compró dos entradas a distancia, acudió al concierto y volvió encantada a Madrid días después. "Aquí sólo puedo ir al cine, pero no al teatro, al ballet o a conciertos, por la imposibilidad de conseguir entradas", cuenta ahora.Los 28 cajeros Servicaixa que actualmente existen en Madrid se convertirán en 70 a finales de mes. No sólo eso: los encargados de La Caixa, según cuentan ellos, han hablado con empresarios de teatro y con dueños de salas de cine. "A partir de enero habrá en Madrid al menos una decena de salas de teatro conectadas a nuestra red y una sala de minicines; no podemos decir cuáles, porque una regla de todo banco es la discreción", apunta Javier Limones, encargado de los cajeros madrileños Servicaixa.

El método se implantó en Cataluña hace tres años. Los cajeros, según datos de los responsables, han vendido ya dos millones de entradas. Desde películas a conciertos de rock; desde espectáculos deportivos de fútbol americano a recitales de ópera. "El que consigue proporcionar al usuario comodidad y servicio se lleva el gato al agua", comenta Limones. Y la verdad es que el usuario lo tiene fácil.

Al mismo precio

Para acceder al sistema es suficiente encontrar un Servicaixa e introducir una tarjeta. Valen, entre otras, la Visa, la Master Card o la Red 6.000. A base de pulsar con el dedo en la pantalla, el comprador recorre los espectáculos posibles, ve el aforo disponible y elige las entradas a su gusto. No hay que ir a ningún sitio a recogerlas. La boca habilitada del ingenio las vomita al momento. El precio, el mismo que en taquilla.

Estos cajeros" funcionan 24 horas al día y poseen además otras habilidades. Sirven para pagar facturas, adquirir certificados académicos, enterarse de los planes de estudio de cierta carrera de la, Universidad Autónoma de Barcelona, suscribirse a periódicos o comprar pisos, entre otras cosas.

Uno de los sueños de los responsables de la red es el de hacerse con la distribución de localidades en los partidos de fútbol. Hasta ahora, han hablado con la Liga de Fútbol Profesional, a la que le ha interesado el proyecto, pero todavía no hay nada claro. Una de las razones es que enchufarse al sistema de los cajeros no es tan fácil: hay que acondicionar toda la red informática del teatro o del cine que desee incorporarse.

"Dentro del mundillo del espectáculo hay empresarios muy tradicionales, que no quieren ser los primeros en algo pero que tampoco quieren perder contacto, porque tampoco quieren quedarse los últimos añade otro responsable de La Caixa.

Uno de los teóricos problemas que puede acarrear este nuevo método de procurar localidades a distancia es el de la reventa. "Ya hemos pensado en eso también", ataja Limones. "Hay un número limitado de entradas que puede adquirir un usuario. La cifra, eso sí, nos la da el teatro", añade. ¿Qué saca el banco de todo eso? "Nos llevamos un porcentaje por cada entrada que vendemos, pero el teatro está encantado: tiene un número de puntos de compra adicionales y se evita los engorros de taquilla", responde Limones.

¿Y qué piensan de este nuevo método los taquilleros? "No les quitamos trabajo", precisa el responsable de la Caixa; que prosigue: "Ellos siguen siendo necesarios porque las entradas que se venden en los cajeros se reflejan instantáneamente en el ordenador del teatro. Hace falta alguien que, en la taquilla, vaya controlando cuántas entradas quedan". Lo del cajero tiene algo de diabólico: si tres personas, una en un cajero de Barcelona, otra en otro de Madrid y una tercera en una taquilla, quieren hacerse con la única entrada que queda para una obra de teatro madrileña, ésta cae del lado del que antes apriete el botón de compra. De nada sirve que el de la taquilla haya esperado horas detrás de otros aficionados.

La última destreza de los Servicaixa: uno puede hacer donaciones a través de la máquina. Limones, oportuno, aclara: "Te sale incluso el justificante de la donación para que luego desgraves".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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