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Premios literarios, juegos de influencias

Los rumores de apaño ensombrecen algunos de los casi 800 certámenes anuales

Amelia Castilla

El jurado estaba dividido entre los que querían votar al la joven promesa y los partidarios de premiar la experiencia. Ambos bandos eran irreconciliables. Al final, se cayó la chica y el reputado escritor pasó a la final con un narrador al que el jurado desconocía. La votación de castigo se impuso. La anécdota podría ilustrar los rumores de apaño, que acompañan a algunos de los 800 certámenes literarios que se conceden al año en España, con una dotación global de cerca de 200 millones. Hoy se concede el de las Letras Españolas. Entre los finalistas figuran Aranguren y Juan Marsé.

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"Desde el punto de vista estrictamente literario, los premios no valen nada, no ayudan a escribir mejor ni nada de eso, pero sirven para difundir y vender más libros, que no es poco". El pragmatismo de Juan Marsé, ganador de varios premios, podría ser compartido por una buena parte de los escritores y editores nacionales. El autor de Las últimas tardes con Teresa sabe bien que no es fácil otorgar galardones. Él mismo forma parte del jurado del Premio Sonrisa Vertical. "Tengo absoluta libertad para decidir, pero, a veces, en igualdad de condiciones hay varias propuestas merecedoras de premios y es difícil elegir; además, la literatura, es totalmente subjetiva".A Juan Marsé nunca le han ofrecido ningún tipo de premio antes de celebrarse, aunque reconoce que muchos editores le han animado a que concurse con alguna de sus obras. "Supongo que porque prefieren que gane gente conocida", dice. El escritor reconoce, sin embargo, que hay demasiados premios. "Es imposible que un país produzca tantas novelas de calidad como para cubrir toda la enorme lista. Son demasiados, aunque como escritor tengo que decir que vienen muy bien, son un anticipo de los derehos de autor".

Otoño editorial

A unos te presentas y a otros te presentan. Los hay comerciales, institucionales y oficiales, pero con ellos se anuncia el otoño editorial, que se inicia con el Planeta, dotado con 50 millones, y concluye con el Cervantes, que se entregará el próximo día 13 de diciembre dotado con 15 millones de pesetas. Los Nacionales de Literatura -de los pocos que no tributan a Hacienda-, en sus diferentes modalidades, se han ido concediendo a lo largo del mes de noviembre.

El jurado de los Premios, Nacionales cuenta con la presencia del director general del Libro, Francisco Bobillo; la subdirectora, María Tena (ambos renuncian a su voto en favor de la opinión de los expertos); el ganador del año, anterior; representantes de las asociaciones de escritores; miembros de las academias de la lengua española, catalana, gallega y vasca, y cuatro expertos seleccionados por el propio ministerio. Estos premios se crearon en 1940 por el Ministerio de la Gobernación y entonces se llamaban, Premios, Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera. Con el paso del tiempo, se fueron cambiando y ampliando hasta llegar a los actuales. Cada miembros del jurado percibe por su trabajo 50.000 pesetas y los que residen fuera de Madrid son alojados en la Residencia de Estudiantes. Jorge Herralde, editor de Anagrama, editorial que convoca dos premios al año de novela y ensayo, asegura que cada miembro del jurado, entre los que se encuentran Salvador Clotas, Luis Goytisolo y Juan Cueto, defiende o ataca los manuscrito que concursan. A los de este año se presentaron más un centenar de obras. En la criba inicial realizada por expertos de la editorial cayeron la mayoría. Sólo 10, los que lee expresamente el jurado, pasaron a la final. Al editor de Anagrama le consta que existen premios "rigurosamente honestos", por eso le han sorprendido las palabras de Gregorio Peces, Barba, portavoz, de un nuevo premio recién concedido, quien aseguró que se trataba de un certamen "absolutamente limpio, algo original en premios literarios". Como respuesta a las palabras de Peces Barba, el editor responde que confía en que sus dictámenes jurídicos sean menos frívolos que "sus opiniones como turista accidental en premios literarios".

Para un crítico literario, que ha participado como jurado en distintos, certámenes, la composición del jurado es determinante a la hora de decidir por uno u otro autor. "En muchos casos se forman atendiento a intereses expresos, pero también los hay que respetan las reglas del juego. Creo que se nota los que son limpios o los que se convierten en una especie de teatro o de ficción en la que todo el mundo está de acuerdo". Sería injusto, a juicio de este crítico que prefiere ocultar su nombre, echar toda la culpa a los jurados o a los patrocinadores. "También hay autores que se trabajan los premios, y lo mismo, se trabaja el de una pequeña caja de ahorros que el Nobel".

Enrique Loewe, que en estos días ha entregado el VIII Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, recuerda ahora que en el curso de la primera edición, antes de conocerse el fallo del jurado, se empezó a escuchar, el nombre de Juan Luis Panero como ganador. "Decidimos dárselo, pesé a los rumores y arriesgándonos a que dijeran que no era un premio limpio, porque realmente la obra lo merecía. Creo que fue un gesto de valentía".

Tras aquél incidente el nombre del ganador no ha vuelto a descubrirse antes de tiempo. El jurado de este premio, entre los que se cuenta Octavio Paz, percibe por su trabajo 150.000 pesetas. Al concurso de este año se han presentado 578 originales. Se envían en plicas y firmados con seudónimo. Cuatro personas hicieron una prelectura antes de la final, a la que pasaron 21 libros, que fue sobre los que se pronunció el jurado. El día antes de la entrega el jurado lo pasa deliberando. Loewe reconoce su humildad , a la hora de aceptar el fallo. "Soy una tumbra. Mi opinión no cuenta nada. Me dejo guiar por los expertos. Jamás he impuesto, ningún nombre ni he dado ningún consejo", dice.

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