Jostein Gaarder: "Sin curiosidad no se puede vivir"
El escritor noruego presenta su última novela filosófica, 'El misterio del solitario'
Hace poco más de dos años, Jostein Gaarder (Oslo, 1952) era un desconocido profesor de instituto que alternaba la docencia con la escritura. Pero la publicación de El mundo de Sofía, una novela resumen de la historia de la filosofía, le situó a la cabeza de las listas de superventas durante meses y meses en toda Europa. Multimillonario gracias a los libros y reclamado en todos los foros culturales del mundo, Gaarder acaba de publicar en España El misterio del solitario (Siruela), una obra en la que se vuelve a las preguntas clásicas de la existencia.
Desde el exitazo conseguido con El mundo de Sofía, Gaarder no ha parado de viajar de un lado a otro. Hace dos años que dejó las clases y se dedicó a hablar de su obra y de la filosofía en general. Pero también dejó de escribir y ahora ha decidido cancelar todo tipo de viajes y actos de promoción para poder volverse a sentar tranquilamente en su escritorio. Ese silencio, que empezó hace un mes, ha sido sólo interrumpido para viajar a Madrid y hablar con los periodistas de El misterio del solitario, por la amistad personal que le une a su editor español, Jacobo Siruela.Y aunque al principio parece que su intervención será breve, Gaarder, sentado frente a la audiencia, toma la palabra con tal entusiasmo que es fácil imaginarle en sus clases de filosofía. Hace frases interminables a la vez que gesticula sin parar con un cigarrillo siempre encendido. Vestido con un traje negro y camisa azul marino, Gaarder empezó hablando de la influencia del éxito en su vida, de cómo le ha afectado vender millones de libros y convertirse en una celebridad cultural. "Me ha cambiado la vida práctica, porque no he podido estar en mi casa. Pero, de verdad, en el fondo, no me ha cambiado nada. Me siguen importando las mismas cosas. Sigo con la misma mujer y queriendo mucho a mis dos hijos. Pero no escribía y ahora estoy decidido a hacerlo. Después de El mundo de Sofía y antes de lanzarme a su promoción, escribí A través del espejo oscuro y Misterio de Navidad. Y luego, nada más".
El misterio del solitario cuenta el viaje de un padre y un hijo hacia Atenas para buscar a la madre que un día dejó la casa "para encontrarse a sí misma". A través de un juego de cartas, el niño hará un viaje paralelo al que realiza con el padre y se irán planteando posibles respuestas a las viejas preguntas de ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿Adónde vamos?...
¿Por qué cree que esas preguntas siguen interesando a los lectores? "Porque hay que preguntarse permanentemente sobre la vida. Sin curiosidad no se puede vivir. En El misterio del solitario, el padre y el hijo se prometen que no dejarán este mundo sin encontrar las respuestas que buscan".
¿Su experiencia en la docencia le ayuda a escribir sus novelas filosóficas? "Nunca habría podido escribir El mundo de Sofía sin el contacto con mis alumnos. Como tampoco habría podido hacer El misterio del solitario si no fuera padre. La curiosidad que tienen los jóvenes es muy importante porque es muy creativa, y me gustaría que la gente valorara la importancia de saber hacerse preguntas. Las mujeres suelen saber hacerlas porque quieren entender las cosas, pero los hombres lo que buscamos es que nos entiendan a nosotros".
Indiferencia americana
¿Cómo interpreta la indiferencia con la que El mundo de Sofía ha sido acogido en Estados Unidos, frente al éxito europeo? "Cuando escribo, jamás pienso en la venta. Siempre me he dejado guiar por mi intuición y El mundo de Sofía fue pensado como un manual. Estaba destinado a un público juvenil. Luego resultó que gustó a mucha gente, pero eso no estaba en mis cálculos. No tengo una respuesta clara para la indiferencia en Estados Unidos. Allí se han vendido unos 100.000 ejemplares, una cifra baja para ese país. En Japón, en sólo tres meses se vendió un millón y en toda Europa sigue encabezando las listas de éxitos literarios. La vida es un enigma hasta para estas cosas".
Para Gaarder, una de las cosas más positivas del éxito de sus libros es que ha demostrado que la gente, especialmente los más jóvenes, ha vuelto a la lectura. "No hay juego más interactivo que ponerse delante de un libro. Tienes unas palabras a las que tienes que poner imágenes. Es fantástico y la gente se ha dado cuenta de que se consumen más megabites con un libro que ante el juego más sofisticado de un ordenador".
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