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Gaidar, sólo para las élites rusas

El campeón del capitalismo liberal dirige su campaña a empresarios y estudiantes

Pilar Bonet

Los obreros no son el público de Yegor Gaidar, el líder del bloque electoral constituido en torno al partido Opción Democrática de Rusia (ODR) El abanderado del capitalismo liberal ruso y padre de la reforma monetarista que el Kremlin emprendió en 1992 canaliza selectivamente sus esfuerzos ante los comicios parlamentarios del 17 de diciembre. Gaidar, de 39 años, prefiere dirigirse a los estudiantes y a los empresarios antes que enfrentarse a obreros, jubilados y representantes de los sectores sociales más afectados por la crisis y la diferenciación social que ha seguido al derrumbe del sistema socialista. Gaidar, que asumió la responsabilidad de la liberalización de los precios en enero de 1992, no hace ninguna concesión a las emociones populares, que hoy le son profundamente adversas. En tono profesoral, no se cansa de repetir que los problemas económicos no fueron causados por su reforma, sino por la inconsecuencia y la falta de decisión en. la aplicación de aquella reforma, así como por las resistencias de la nomenklatura ex comunista. Una parte de aquella clase de privilegiados, hoy. florecientes propietarios, quiere seguir parasitando en las estructuras del poder de un capitalismo viciado y frena la introducción de reglas de juego iguales para todos, explica.

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"El período de reformas liberales no ha acabado"

Nizhni Taguil, un centro industrial de cerca de medio millón de habitantes y una de las ciudades más contaminadas de Rusia, es la sede de un gigantesco combinado metalúrgico donde trabajan 40.000 obreros, y también de la mayor fábrica de tanques del mundo, con una plantilla similar. LOS obreros cobran con retraso, reciben vacaciones sin sueldo para disimular el paro, y no piensan en apoyar a las opciones reformistas, que identifican como el origen de sus problemas. Los dirigentes locales de la ODR no intentan convencerlos. Por eso, Gaidar se limitó a saludar a los directores de la fábrica metalúrgica, que le saludaron cortés y fríamente; a comer con un grupo de empresarios, que le recibieron en una especie de búnker con olor a cebolla, y a intervenir ante los estudiantes de la Facultad' de .Derecho y Economía y del Instituto Pedagógico.

Opciones reformistas

Los jóvenes, de cuyo voto, según los sociólogos, depende el éxito de las opciones reformistas, tomaron apuntes, se rieron y se llevaron muchos ejemplares de El Estado y la evolución, una obritadivulgativa de la que Gaidar es autor. Los estudiantes se mostraban más bien dispersos en sus preferencias electorales, según pudo comprobar esta corresponsal, y la mayoría aseguraba no tener claro a quién iba a votar o si pensaba hacerlo. Alguno dudaba entre personajes tan diferentes como Gaidar o el general Alexandr Lébed. En Gaidar no asoma la nostalgia del pasado y el anhelo de un Estado fuerte que impregna el discurso de sus contrincantes. Cuando la URSS se derrumbó, en 1991, dejando en herencia una deuda exterior de 180.000 millones de dólares, unas. arcas casi vacías de oro y divisas y una es tructura económica orientada hacia la guerra, el economista te nía ideas claras sobre lo que debía hacerse y, gracias a los buenos oficios del ex secretario de Estado de Rusia, Guennadi Búrbulis, consiguió convencer al presidente Borís Yeltsin, que le puso al frente de la reforma en el primer Gobierno poscomunista. Gaidar necesitaba tres años, pero sólo consiguió imponer su línea durante unos meses. Le dio tiempo a liberalizar los precios, liquidar la escasez de bienes de consumo y hacer convertible el rublo.

Después vinieron las vacilaciones y las consideraciones políticas, los créditos baratos e inflacionarios para el sector agrícola y el mantenimiento artificial de las empresas, al margen de su efectividad económica. Contemplando el conjunto de 26 países que emprendieron la transición desde una economía centralizada a una economía de mercado, Gaidar cree que los que mejor están superando el bache son los que procedieron de forma más radical, como Polonia, la República Checa o Hungría, y los que tienen más dificultades son aquellos que, como Ucrania, Bielorrusia o Kazajstán, se decidieron por un enfoque gradual.

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Sin milagros

El optimismo le domina sobre el presente y el futuro. Cree que desde marzo pasado el capital ruso ha. comenzado su repatriación y asegura. que el corredor de cambio entre el rublo y el dólar evita la caída de la moneda norteamericana y no la del rublo, como piensa, la mayoría de la población. "Si en los próximos siete meses no sucede algo desagradable", afirma, aludiendo a una posible victoria de los comunistas y los nacionalistas en las urnas, "en la segunda mitad del año el país comenzará a salir de la crisis y no haránfalta milagros". Rusia, dice, está ante una encrucijada de tres caminos. El primero es la vuelta a la economía del racionamiento y la escasez; el segundo, la continuación del estancamiento de un capitalismo viciado que tiende a la corrupción y mantiene la capacidad del funcionariado para repartir privilegios. El tercero. es la introducción del conjunto de reformas liberales que permitan a Rusia reintegrarse en Euroipa.Pese a su temor a que comunistas y nacionalistas obtengan mayoría en la Duma, Gaidar considera que "cualquier intento de abolir las elecciones es absolutamente suicida", y no sólo por convicciones democráticas, sino por tratarse de una "decisión impopular" que además no tendría el apoyo del Ejército. Y recuerda que el 3 de octubre de 1993, cuando la crisis entre el Parla mento y el presidente estaba en su punto álgido, tuvo que apelar a los moscovitas para que salieran a la calle a frenar a sus adversarios. "Ahora, si las elecciones fueran abolidas, no habría a quién llamar", dice.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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