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Tribuna
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El enclave

Los analistas -especialidad a la que me cuesta adherirme por razones de modestia y porque me trastorna la visión de la sangre- han dictaminado que la clave española explica todo lo que ha pasado en las elecciones catalanas. Los analistas ya conocen la razón del voto del pueblo: España. Como siempre que pintan bastos, España acaba cargándosela aquí. España, como clave externa, es utilísima. Encubre, piel de toro al cabo. Así, Pujol se ofrece como mártir de su responsabilidad de estadista, Nadal justifica con España el peor resultado que haya obtenido el socialismo desde 1980 y España sirve para que Ángel Colom no se atreva ya a poner fecha a la independencia: iba a llegar en el 2000, pero de momento vamos de dos en dos escaños cabalgando. Sin embargo, la clave española oculta algunas claves catalanas muy impertinentes. Una: la suma porcentual de Convergència y Esquerra -esto es, de los partidos que centran en el nacionalismo su oferta- baja casi cuatro puntos. Y su suma de escaños baja ocho. Dos: el aumento del PP no se produce sólo en los barrios. sensibles al laisser-faire, sino que penetra, con aumentos de hasta 10 puntos, en las zona tradicionales de izquierda. Por el contrario, en el barrio más catalanista de Barcelona, Gràcia, el PP obtiene su peor resultado de la ciudad. Tres: Nadal sólo resiste en Girona y en la Barcelona burguesa. Cuatro: Ribó ha hecho la campaña menos nacionalista de IC en los últimos tiempos: desde 1980 no había obtenido tan alto porcentaje. Es difícil saber cuáles son los motivos de la gente para que vote una cosa u otra. Es difícil saber por qué se ama, y explicarlo mucho más. Pero hay números que se explican solos y que revelan que España es en Cataluña una clave interna, que va mucho más allá de primaria y de votos depositados en la cueva del sado.

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