El Ejército advierte que sus 100.000 fusiles más modernos tienen irreparables defectos de diseño
El Ejército de Tierra ha advertido al Ministerio de Defensa de la existencia de graves defectos estructurales en los fusiles de asalto Cetme L que, desde 1986, se han incorporado a las Fuerzas Armadas como, principal arma individual. El mayor problema radica en la desestabilización o desvío del cañón con el uso, lo que lleva a una pérdida de precisión. Este defecto no es reparable, pues habría que cambiar el cañón de los 100.000 fusiles adquiridos por unos 12.000 millones. Santa Bárbara, la empresa fabricante, admite deficiencias técnicas, pero alega que no afectan a la seguridad de los soldados.
Según las fuentes consultadas, las elevadas temperaturas que se alcanzan con una alta cadencia de fuego provocan la dilatación de la aleación de acero con que está fabricado el cañón del fusil, lo que da lugar a su desestabilización y consiguiente pérdida de precisión en el disparo.Además, el mecanismo de expulsión del cartucho falla con frecuencia, lo que impide que entre el nuevo proyectil y hace que el fusil se encasquille. Este problema podría ser, en opinión de algunos técnicos, una mera consecuencia del anterior.
Hace algunos días se ha reunido por vez primera la comisión mixta, integrada por representantes del Ministerio de Defensa y de los tres ejércitos, que se ha constituido para buscar una solución a este problema.
Nuevo fusil de asalto
Dado el carácter estructural del defecto, el propósito no es reparar los cetmes existentes, sino sustituirlos a medio plazo por un nuevo fusil, cuyos requisitos técnicos deben ser aprobados por la citada comisión en un año.
Un alto cargo del Ministerio de Defensa afirma que "no hay que dramatizar el problema", aunque reconoce que "se trata de un fusil que se ha quedado obsoleto, pues se basa en un diseño muy antiguo, y que además resulta caro. Finalmente, es cierto que su principal usuario [el Ejército de Tierra] no está satisfecho con el resultado, así que hay que abordar la sustitución con más celeridad de la prevista".
El Cetme L (Ligero) se incorporó a las Fuerzas Armadas a partir de 1986, en sustitución del Cetme C, ya que éste último era de calibre 7,62, mientras que el primero utiliza munición 5,56, la misma que los demás países de la OTAN. El nuevo modelo se basó en el anterior, que data de los años cincuenta, aunque incorporó algunas mejoras y redujo su peso de 4,20 a 3,40 kilogramos, para lo que se sustituyó la madera de la empuñadura y la culata por plástico endurecido.
Entre 1986 y 1991 se compraron la mayor parte de los 100.000 fusiles que hoy tienen las Fuerzas Armadas, de los que unos 80.000 corresponden a Tierra y los 20.000 restantes, a la Armada y el Ejército del Aire. El precio de cada fusil es de unas 120.000 pesetas (más de doble de lo que vale su mejor competidor, el M-16 norteamericano), por lo que la operación costó alrededor de 12.000 millones de pesetas.
Inicialmente, Defensa tenía previsto gastar 20.000 millones de pesetas en el nuevo cetme, del que iban a adquirirse hasta 130.000 unidades, pero el programa se ralentizó a partir de 1990 y el Ejército conserva aún unos 20.000 fusiles de calibre 7,62, que datan de principios de la década de los setenta, mientras que Santa Bárbara guarda en sus almacenes hasta 15.000 cetmes sin vender. No obstante, en el presupuesto de este año figuraba todavía una pequeña partida de 60 millones para sustituir los viejos fusiles por los nuevos.
Fuentes de Santa Bárbara admiten que el Cetme L tiene "deficiencias técnicas", pero subrayan que está basado en un modelo con 30 años de antigüedad, ya desfasado, y que la minoración de peso que pidió el Ejército en el nuevo modelo hace que su vida útil sea menor que la de su antecesor, mucho más resistente.
Agregan que, al tratarse de un arma más delicada, requiere también un trato cuidadoso que no siempre le dan los soldados de reemplazo que lo utillzan. La empresa concluye que, en todo caso, el fusil cumplía los requisitos técnicos que estableció en su momento el Ejército, y que fue recepcionado sin problemas cuando se entregó al cliente.
Responsabilidades
El Ministerio de Defensa no ha querido, hasta ahora, depurar responsabilidades por los defectos del cetme; aclarando si el pliego de condiciones técnicas estaba mal confeccionado, si el proceso de fabricación tuvo deficiencias o si los controles de calidad previos a la entrega resultaron poco exigentes.
Ha preferido concentrarse en el diseño del nuevo fusil, que muy probablemente producirá también Santa Bárbara, empresa pública sumida en una profunda reestructuración, aunque quizá con el apoyo técnico de alguna firma extranjera.
Lo cierto es que la Armada fue la primera que advirtió problemas en el nuevo cetme, según fuentes militares, aunque sus criterios no se tuvieron demasiado en cuenta al tratarse de un consumidor casi marginal.
La Infantería de Marina, equipada con el fusil de asalto español, decidió comprarse por su cuenta una decena de M-16 de fabricación estadounidense, en lo que se interpretó como una manera sutil de expresar su desacuerdo con la decisión de comprar el Cetme L.
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