Frustración
Los periodistas tenemos algunas malas costumbres, y una de las peores es la de dar el notición y luego no continuallo, ni seguillo, ni enmendallo, y dejar al lector a medias en cuanto el factor espectacular ha desaparecido del asunto. Una, que además de cronista es fundamentalmente lectora, arrastra también esa frustración del recipiente pasivo que se queda a medias. Malo es no saber qué ocurrirá en Guatemala en cuanto haya acabado el proceso electoral, pero lo que me ataca todavía más es que nunca termino de enterarme del verdadero quid del asunto en las noticias llamadas de interés humano.Ejemplo: ¿a qué se refiere Ana Botella cuando dice -citado en Tiempo- que "el PP tiene muy claro que debe promover la igualdad de la mujer; si el presidente lo olvida, yo sé lo que hay que hacer para recordárselo'"? ¿Cuál es su sistema? ¿Por qué el sagaz entrevistador no se lo sonsacó? ¿En dónde le pone un lazo la futura primera dama al futuro primer varón? Misterio.
Y hablando de badajos. Este periódico publicó el jueves la apasionante noticia de que un vecino de Irún, no contento con merodear con los genitales al viento entre un rebaño, había posteriormente violado a una cabra que, para mayor escarnio, estaba de varios meses. Se insinuaba que el pobre animal, que tras la experiencia quedó sangrante, podía perder al bebé que estaba esperando y que, por la ilusión que le hacía al cabrero, igual era suyo. Pues bien: he intentado realizar un seguimiento desde la Redacción, usando toda la tecnología punta de que disponemos, y lo único que sé es que la cabra sigue con molestias, aunque no he podido descubrir si se derivan del shock o se trata de las náuseas comunes a gran parte de los embarazos. Ni siquiera he logrado averiguar si es primeriza.
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