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La izquierda acude a los comicios de Guatemala tras 40 años de persecución

Después de 40 años de persecución la izquierda guatemalteca ha decidido entrar de lleno en el juego político institucional y presentarse como opción en las elecciones generales que se celebran mañana. Son los aires de cambio que soplan en Guatemala. El retorno de la izquierda no ha podido ser más ruidoso: los gritos de "Ejército asesino", coreados en las narices de los soldados que vigilan el Palacio Nacional y los petardos cerraron el miércoles su campaña en una concentración.

"¡Digámosle adiós a 41 años de oscuridad y sufrimiento!", exclamaba con voz vibrante Nineth Montenegro, fundadora del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), de familiares de desaparecidos, y que ahora se presenta a diputada por el Frente Democrático Nueva Guatemala (FDNG), creado en este mismo año por diversas organizaciones civiles de izquierda.La oscuridad iba más allá de la metáfora. La falta de iluminación en la plaza fue adjudicada al Gobierno. "Nos han cortado la luz. Definitivamente, la burguesía se ahueva". Pero la burguesía debía estar más bien tranquila: el FDNG no logró concentrar a más de 1.500 personas. Y tampoco se espera que obtengan resultados espectaculares mañana: un 3,9% del voto es el techo máximo que le dan las encuestas a su candidato presidencial, Jorge González del Valle, prestigioso economista y ex funcionario del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El Frente ejemplo de la tremenda complejidad política de la transición guatemalteca, no ha logrado cohesionar a los grupos progresistas. Después de un esperanzador comienzo, que aglutinó a diversos partidos, las disensiones acabaron por romper la incipiente coalición. Finalmente, y aquí viene la paradoja, fue el Partido Revolucionario, formación estrechamente vinculada al estamento militar, quien dio cuerpo e inscripción al nuevo proyecto político, que algunos analistas consideran como el "brazo electoral" de la guerrilla, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).

En total, 19 candidatos optan a la presidencia. El mapa electoral guatemalteco es una abigarrada sopa de letras donde bailan desde folclóricos terratenientes, como Pepe Fernández con su sombrero, hasta ex militares de oscuro pasado, como Héctor Gramajo, ministro de Defensa entre 1986 y 1990, a quien las organizaciones humanitarias vinculan a la a guerra sucia.

Tres favoritos

Tres son de hecho, los hombres de mayor peso. Álvaro Arzú, ex alcalde de Ciudad de Guatemala, candidato del conservador Partido de Avanzada Nacional (PAN), encabeza todas las preferencias de voto. Este abogado rubio y de ojos claros se ha convertido en cierta manera en el "candidato oficial", ya que se presenta como el único capaz de prolongar el esfuerzo renovador del actual presidente, Ramiro de León, y de culminar un acuerdo de paz con la guerrilla que selle tres décadas de enfrentamientos armados. Arzú está bien visto por EE UU y cuenta con el apoyo de sectores empresariales y militares progresistas.En intención de voto le sigue Alfonso Portillo, también abogado, tan carismático como variable políticamente. Su recorrido comenzó en la izquierda radical (exilio en México incluido) y ha terminado, al menos de momento, en el Frente Republicano Guatemalteco (FRG), partido fundado en 1989 por Efraín Ríos Montt, el general evangelista que dirigió los destinos del país entre 1982 y 1983 tras un golpe de Estado y cuya táctica contrainsurgente llegó a borrar del mapa aldeas indígenas enteras.

Fue precisamente el pasado golpista de Ríos lo que le cerró las puertas a la candidatura presidencial, según la Constitución. Pero el militar, con un increíble apoyo entre unas clases medias y populares sacudidas por el paro y la delincuencia galopante, está presente en los mítines importantes y en toda la propaganda electoral. El lema del FRG podría ser "Portillo a la presidencia, Ríos Montt al poder".

Por último, el empresario y ex canciller Fernando Andrade trata de aglutinar a los renqueantes sectores democristianos al frente de la Alianza Nacional.

La participación indígena (el 60% de la población) es una de las grandes incógnitas de las elecciones del domingo. Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz en 1992, está realizando campaña para alentar el voto de esta comunidad.

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