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Tribuna:ELECCIONES CATALANAS
Tribuna
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Cuestión de tono

La escena es azul, en forma de ola. Allí donde rompe, una bandera catalana tejida con flores amar¡llas y rojas. Al fondo, un lema sobre fondo rojo: "Sí a la izquierdaSí a Nadal / PSC".

El espectáculo observa la clásica fórmula del crescendo: entrada en sordina camino de la apoteosis final. Y ésta llega cuando Felipe González sube a la tarima. Apenas pisa la moqueta y se planta ante los micrófonos, dice que no' viene a mitinear, sino a explicar cosas. "Estoy desacostumbrado a los mítines". Es el único que se ha dejado la americana en la silla de platea, el único que se agarra a los laterales del atril, el único que mira fijamente al auditorio, sin bajar los ojos a los papeles: no los hay. "En esta misma tribuna, en 1993, dije: 'Podernos ganar' y ganamos las generales. En 1995, por las municipales, dije: 'Podemos ganar' y ganamos. Ahora digo: "Podemos ganar". Ha venido a mitinear, nadie lo duda.

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Antes se han visto un par de vídeos: uno de gerundenses complacidos por la gestión municipal del candidato Nadal, otro de la nieta de lsaac Rabin en la despedida emocionada de su abuelo. Las bengalas que han resplandecido en la oscuridad durante este último pase han creado un momento de estremecimiento, pero las palabras de la joven, que se escuchan mal, duran más que las bengalas y el efecto acaba por diluirse. Sigue Obiols, con tres complejas razones para votar a Nadal. Sigue Serra, que habla "de la fuerza del dinero que pretende imponerse a la fuerza de los votos y de la razón" y pide el voto para Nadal. Y sigue Nadal, quien dice que si cada uno de los 25.000 presentes habla al día siguiente con 10 personas., y cada una de estas 10 con 10 más puede tener 2,5 millones de votos.

González no pide enseguida el voto para Nadal. Recuerda a Rabin en las tres últimas ocasiones en que le vio. Se despierta al punto el león dormido, con un fulminante crochet a la mandíbula del enemigo: "La única fuerza que ha faltado a los funerales de Rabin ha sido la oposición de este país". Luego pasea su discurso tenso por multitud de temas, con un solo objetivo: demostrar que hace 13 años España estaba en el paleolítico.

Media hora seguida. No ha dicho cosas nuevas, ni siquiera grandes cosas. Pero ha acertado el tono. Al final, baño de masas. Muchos jóvenes suben a escena para saludarle y se ponen a saltar rítmicamente. Hay una breve expresión de pánico en el rostro del presidente, acercado por los monitores: la idea de un hundimiento de la tarima le ha inquietado fugazmente. La tarima resiste. Cuatro cañones lanzan confeti al aire cargado de la noche.

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