Ridiculizar el euskera
El artículo editorial del sábado 9 de septiembre me llenó de indignación, a partir del mismísimo título; Rikardo Blázkez. Porque una cosa es que un articulista, sea habitual u ocasional, vierta sus opiniones, con mayor o menor rigor, pero otra es que la línea editorial del propio periódico aproveche la designación de un obispo de Euskal Herría para hacer afirmaciones cuanto menos harto discutibles sobre la normalización lingüística, sea en la investigación académico-universitaria, sea en la función pública, sobre la situación sociolingüística, etcétera; y otra, muy distinta, ridiculizar el nombre del mismo obispo, transcribiéndolo, como título Rikardo Blázkez, es decir, mal. Mal, porque el euskera no usa tildes de acento y mal, sobre todo, porque esta Real Academia de la Lengua ya publicó un acuerdo de marzo de 1993 en el que textualmente decía: "2. En aquellos apellidos de origen no autóctono, cualquiera que fuere la lengua de origen, Euskaltzaindia no puede dictaminar su conversión a la grafía vasca, y ello por una elemental razón de respeto a esas lenguas y sus pueblos. No consideramos procedentes grafías como Kasenabe (Cazenave y Casenave), Balberde, Karballo, etcétera." Considero burdo y de mal gusto ese título. La actitud del propio monseñor Blázquez ha sido de mucho mayor respeto a la lengua, y de una actitud positiva, que la de ese diario. Sobre otras manifestaciones políticas o de otro tipo que han rodeado desdichadamente a ese nombramiento episcopal tengo mi propia opinión, que ya le he manifestado además, pero no es éste el tema.- Miembro correspondiente de la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.