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MAGNICIDIO EN ISRAEL

Peres, una mirada larga con un paso corto.

Simón Peres, nacido Persky, el hombre que ha sucedido a Isaac Rabin a la cabeza del Gobierno israelí, ha tenido una vida poco común. Nativo de Polonia, emigró a Palestina en 1933, cuando apenas contaba 10 años. Tras estudiar en la escuela agrícola, de Ben Shemen, se convirtió en uno de los fundadores del kibutz Alumoth, en el valle del Jordán. Pero el joven Peres tenía ya una vocación política: a los 20 años, fue elegido secretario nacional de la juventud laborista. Ben Gurión se interesó por este joven brillante orador y excelente organizador y Simón Peres fue llamado a trabajar cerca del viejo león, al lado de Moshe Dayan y Teddy Kollek.Cuando estalló la guerra de la independencia, en 1948 Peres fue responsable de la compra de armas del joven Estado de Israel. Tenía sólo 25 años. Al terminar ésta, Ben Gurión le envió a Estados Unidos; siempre con el mismo fin: comprar armas. A los 30 años fue nombrado director general del Ministerio de Defensa, que reorganizó a fondo. Él fue el padre de la industria aérea israelí y del proyecto nuclear, realizado gracias a las relaciones especiales entabladas con Francia por Peres. Ben Gurión dijo de él: "La fuerza de Simón es la de tener una visión global, sin descuidar los detalles".

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Peres tiene también una capacidad de trabajo extraordinaria. Después de 12 horas en el Ministerio de Defensa, aún encontraba tiempo para la familia y para leer, novelas antes de dormirse. Adquirió rápidamente una reputación de intelectual entre los aparatchiks del Partido Laborista. En 1974, se convirtió en ministro de Defensa en el Gabinete de Isaac Rabin. Su éxito: la firma del acuerdo interino con Egipto en 1975 y el rescate de un avión secuestrado por terroristas palestinos en Entebe (Uganda) en 1976. Pero sus relaciones con Rabin se deterioraron.

Rabin le acusó de conspirar contra él y esto originó un largo malentendido. Una desavenencia que duró hasta 1992, cuando los laboristas volvieron al poder de nuevo con Isaac Rabin, tras la larga travesía en la oposición. Mientras tanto, Simón Peres había sido primer ministro de un Gobierno de unión nacional con el conservador Likud, de 1984 a 1986. Durante estos dos años, Peres logró iniciar la retirada israelí de Líbano y estabilizó la economía del país, que ya había alcanzado una inflación del 400%

Cuando Isaac Rabin volvió a convertirse en jefe del Gobierno en 1992, tomó a Peres como ministro de Exteriores pero en contra de lo que le decía el corazón. La relación de fuerzas en el seno del Partido Laborista le obligó. Rabin seguía desconfiando de Peres, aunque apreciaba su inteligencia política.

Peres logró entonces lo que todo el mundo creía una misión imposible: en algunos meses, logró convencer a Rabin de que él no ambicionaba su puesto, sino que simplemente pretendía ayudarle a hacer la paz.

Poco a poco, se puso en marcha una verdadera asociación. Peres preparó el terreno, mantuvo discusiones exploratorias con la Organización para la Liberación de Palestina, con el rey Hussein de Jordania, 31 se ocupó de que Rabin estuviera informado de cada etapa.

"Peres hace el trabajo negro y Rabin recoge los frutos", decía una persona próxima al ministro de Exteriores. Peres estaba frecuentemente amargado, sobre, todo cuando Rabin le ignoraba de forma ostensible, en las ceremonias oficiales como la de Washington.

Cuando -Rabin firmó los acuerdos de Oslo con Arafat, todo el mundo sabía que sin Peres esos acuerdos no habrían visto jamás la luz del día. Peres tragó saliva y calló Cuando los periodistas le interrogaban, sobre la afrenta, Peres respondía: "Las historias de personas no interesan. Para mí, sólo el proceso de paz es importante y mientras que vaya hacia adelante continuaré al lado de Rabin".

Rabin terminó por reconocer la contribución mayor de Peres al proceso de paz. Más y más, él le rindió homenaje públicamente en sus alocuciones, en el Parlamento, en Washington, en todas partes. El premio Nobel de la Paz está atribuido a Rabin y Peres, del lado israplí y a Arafat, del lado palestino.

El tándem Rabin-Peres trabajaba ya en una armonía perfecta. Cuando los adversarios políticos de Peres hacían bromas de sus "visiones grandiosas e ilusiones", Rabin respondía que "Simón ve lejos pero planifica cuidadosamente cada paso". Estuvo el ministro de Exteriores en la Conferencia Económica de Casablanca y también en la de Ammán, hace una decena de días. Peres logró primero entablar el proceso y luego hacer desaparecer prácticamente el boicoteo económico contra Israel por parte del mundo árabe.

En Ammán, además de hombres de negocios jordanos, palestinos, egipcios, marroquíes, tunecinos y kuwaitíes, había también comerciantes libaneses, llegados de incógnito, a pesar de las fuentes de información del presidente sirio, Hafez el Asad.

Peres toma ahora la dirección del Gobierno de Israel en el momento en que el prestigio internacional de Israel está en el cénit. En gran parte, gracias a él. Es a él pues a quien incumbe la tarea delicadísima de conducir a buen puerto las negociaciones con Arafat y, tal vez, mañana con Hafez el Asad.

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