Museolibro
En alguno de sus libros escribió Juan García Hortelano que la mayor ventaja que tiene Madrid es que con sólo apretar un torniquete a unos pasos de la Cibeles tiene uno la posibilidad de sentirse en la capital del universo mundo. Se refería al Museo del Prado. Podía haber dicho lo mismo de la Biblioteca Nacional, que también está a unos pasos de la Cibeles, aunque en dirección opuesta.Hay unanimidad en reconocer el incalculable valor del tesoro de arte que el Prado encierra. No son muchos los que se dan cuenta de que la Biblioteca Nacional contiene un tesoro equiparable. Los españoles somos más propensos a admirar lo ajeno que a estimar lo propio. En el caso de nuestra primera biblioteca, su desconocimiento se debe también al hecho de que ha venido siendo lo que Borges llamó un universo cerrado para los más y asequible tan sólo a los menos.
De ahí que pueda calificarse, sin temor a exagerar, de revolucionaria la iniciativa de crear en la Biblioteca Nacional un Museo del Libro. Un museo que no es una exposición ocasional sino que tiene carácter permanente y en el cual se irán mostrando al público visitante los tesoros bibliográficos que la biblioteca contiene.
Después de haberlo visitado, creo que no es inexacto decir que no se trata sólo de un museo del libro sino que es más bien un museo de la biblioteca. En él se nos informa del modo de funcionamiento de la Biblioteca Nacional. No se trata solamente del lugar donde se almacenan y archivan libros en sus ya famosos 100 kilómetros de estantería de hierro (al parecer diseñada por el ingeniero Gustavo Eiffel). El concepto de documento incluye todos los soportes de transmisión de la cultura, desde el manuscrito hasta el vídeo o el CD ROM. Siempre habrá que ir al museo del edificio de la Biblioteca Nacional en el paseo de Recoletos para ver el Beato de Liébana, las Cántigas de Alfonso el Sabio o las Etimologías de San Isidoro. Pero las nuevas tecnologías permitirán, como decía el director de la Biblioteca Nacional, Carlos Ortega, que el contenido de la biblioteca sea ubicuo, que pueda estar en todas partes.
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