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Crítica:TEATRO: 'EL OTRO'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Reírse de Unamuno

El otro, tragedia de don Miguel de Unamuno, dio bastante risa al público que presenció el jueves su reestreno. No por culpa de la dirección o de los intérpretes, que tienen otras cosas que purgar: por la obra en sí. Por lo que escribió el sabio. No es esa meditación de este tiempo. En el suyo estaba dentro de un marco ideológico general de búsqueda de la indentidad y de personajes desdoblados: reinaba Pirandello, que influyó mucho sobre Unamuno. Y el doctor Freud, que encontraba que había un inconsciente, o subconsciente. Y Maeterlinck, que disertaba sobre El huésped desconocido. Unamuno eligió para esta pregunta sobre la propia identidad, que hoy no parece que se haga nadie (¿para qué? El Yo es, simplemente, yo: el pintor central del universo), el tema de los gemelos. Eterno en el teatro: desde Plauto y Aristófanes hasta Lina Morgan: cito los cómicos porque el juego se presta a la comicidad. Las dos esposas, o dos viudas, tirando del supérstite para quedarse con él, ofrecen una situación maleada por su propia comicidad, y así funcionó. Este superviviente no dice nunca quién es, ni siquiera lo sabe. ¿Cosme o Damián? (Que lleven los nombres de los dos santos que fueron hermanos no añade nada a la seriedad de la obra). Uno mata al otro. Y se convierte en "el otro", distante e idéntico al mismo tiempo del vivo y el muerto. Las dos esposas le reclaman. Una de ellas está embarazada: puede tener gemelos, y la historia comenzaría de nuevo (podrían ser hermanas, porque entonces no se podía saber: ¿Justa y Rufina? Eran también dos santas: "Una vive en Sevilla y otra en Triana", dice la copla). En fin, este superviviente enigmático muere a su vez, y ya no se sabe quién es cada uno.Ésta es una obra para ser representada con sencillez. Creo que se ha hecho así siempre (esperó seis años para su estreno: la hizo Margarita Xirgu, que se atrevió a todo, bendita sea), en los sucesivos grupos alternativos, como se dice ahora: entonces, aficionados, o vocacionales, o independientes. El enigma nace de las palabras, no de los gongs, los batintines y las cajas chinas que toca, de una manera excelente, un percusionista que acompaña la obra; no para un movimiento de los elementos del decorado (espejos, claro, como requiere el texto: el hombre retrocede ante ellos como si fuera Drácula), o, para luces y sombras, o para voces susurradas a veces o estrepitosas otras.

El otro

De Miguel de Unamuno (1926).Intérpretes: Jorge Munárriz, Antonio Duque, Eva García, Fernando Huesca, Alicia Hermida, Socorro Anadón, Michael J. Cohen. Asesora Literaria: Margarita González. Composición musical: Michael J. Cohen. Vestuario: Rosa García. Escenografía: Andrea D'Odorico. Dirección: Jaroslaw Bielski. Teatro Olimpia, 2 de noviembre de 1995.

Cuento filosófico

Esta dirección es una interpretación personal del texto, y no va a su favor: ni es una obra policiaca, aunque haya un cadáver en el sótano y un enigma; mucho menos, misteriosa. Es un cuento filosófico, una movida (perdón) de su época, un juego con un tema interminable. Quizá una ilustración a Platón, para quien lo otro se opone a lo mismo y a lo uno, y designa lo que es diferente, heterogéneo, diverso y múltiple (cito a François Flobert). Desplazado de un escenario de hoy, como no se haga con otra profundidad y con menos énfasis. Mejor leerlo. Pese a las risas del público ante la tragedia, al final aplaudieron y gritaron sus bravos. Los actores hicieron un trabajo muy considerable y merecían que sus amigos lo reconocieran.

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