Gene desgrana la intensidad del pop británico
Martín Rossiter es el cerebro que maneja los hilos de Gene, otro de los grupos de pop británico que este último año han encandilado a la contradictoria y exigente crítica musical inglesa. Olympian se llama el disco que les ha puesto en el punto de mira y el que hoy les trae por Madrid para desgranarlo en su totalidad.
En los surcos de su ópera prima respiran los ecos del mejor Morrisey de los Smiths, pero también puede notarse la, influencia de un Paul Weller e incluso de unos renovados Small Faces, el grupo mod por excelencia de los sesenta, muy reivindicado ahora por las nuevas hornadas de las islas. Gene suenan dramáticos y románticos, características que no se percibían desde hace tiempo en el pop.
Con un eficaz juego de guitarras pastosas pero cristalinas, las canciones de Gene suenan, sobre todo, británicas. Rossiter lleva el peso como un verdadero geniecillo del, pop, que puede ponerse apasionado y hedonista cuando canta, pasar a un mero susurro o utilizar de pronto un engolamiento épico como contraste. La poesía de Gene pasa de la calma chicha, más sensual a la tormenta más devastadora.
Su recorrido hasta el reconocimiento masivo ha contado con las diatribas típicas de cualquier grupo británico de los últimos años. El boca a boca del circuito independiente les lleva a que una poderosa multinacional se fije en ellos y les contrate. Antes de Olympian, Gene había disparado su contundencia lírica en un buen número de sencillos que deglutían sin piedad los habituales de la escena alternativa. For the dead, Child's body o Sleep well tonight fueron las canciones con las que abrieron brecha, pero sólo la última está incluida en su disco de debú, Las canciones de su primer larga duración han respondido a las expectativas.
Gene actúa hoy en Revólver Club (Galileó, 26. Metro San Bernardo y Argüelles). 22.00. 2.000 pesetas.
