La ciudad de la esperanza
Dayton vive ajena a la trascendencia del encuentro balcánico en su base aérea
La última dificuItad que los negociadores norteamericanos tuvieron que superar para convocar estas conversaciones de paz fue la de convencer a Slobodan Milosevic de que tenía que venir a un lugar llamado Dayton, en Ohio, y encerrarse en una base militar por tiempo ilimitado. "Yo no soy fraile para estar encerrado allí", les dijo el presidente serbio, que esperaba me jor destino en su primera visita, a Estados Unidos después de muchos años."Ése es su problema. No necesitamos a estos bosnios para dar prestigio a nuestra ciudad", le contesta Roger, un vendedor de gasolina del valle del río Miami, donde se encuentra Dayton, y una de las zonas industriales más dinámicas y ricas de Estados Unidos.
Dayton se convierte, como pidió ayer el secretario de Estado, Warren Christopher, en símbolo de la paz en Bosnia. Será un mérito más para esta región del Medio Oeste que presume de ser cuna mundial de la aviación, sede de más de 800 empresas de alta tecnología, es pecialmente aereoespacial, área de residencia de 22.000 ingenie ros y científicos, uno de los puntos con mayor renta per cápita y con más alta concentra ción ¿Le universidades y centros de estudios de EE UU.
Con algo menos de 200.000 habitantes, Dayton posee una factoría de General Motors con cerca de 120.000 trabajadores y otras de ATT, Reyriolds y de computadora!. Pero la joya ¿te la zona es la base. Wright-Patterson, una de las más importantes instalaciones del país y la mayor de la fuerza aérea estadounidense en todo el mundo.
La base, que sirve de sede para las conversaciones de paz en Bosnia, emplea a más de 22.000 personas y tiene una nómina anual de casi mil millones de dólares. En sus pistas, desde donde actúa el ala 88 de la fuer za área, aterrizan o despegan 80.000 aviones anualmente.
Las delegaciones procedentes de los Balcanes se alojan en un hotel llamado Hope, que no es una referencia a la palabra "esperanza" en inglés, sino un homenaje al actor cómico estadounidense Bob Hope. Aunque los anfitriones han recomendado a los protagonistas de la reunión que eviten los contactos con la prensa, los invitados son libres de moverse dentro de la base, bien sea para jugar al golf en uno de sus dos campos o para acudir al cine u otro entretenimiento.
"Se ha tratado de preparar un clima estilo Camp David para facilitar una relación de trabajo, intenso", comentó uno de los oficiales que conversó con los periodistas, estos sí recluidos en una esquina de la base, sin permiso para desplazarse más que dentro de los autobuses militares dispuestos para ese propósito.
La comida prevista para las delegaciones es el mismo rancho que los militares comen cada día, aunque se ha tenido en consideración el hecho de que algunos de los invitados son musulmanes.
Los ciudadanos de Dayton y de otras pequeñas poblaciones que rodean la base parecían ayer bastante indiferentes a lo que ocurría en su interior. Sólo una pequeña manifestación de albaneses, que reclamaban la atención de Washington, unos pocos carteles de bienvenida a los delegados y algunas plegarias convocadas en las iglesias locales recordaban que este lugar, donde el otoño ha dejado rastros rojizos entre la maraña de autopistas, es ahora el centro de la atención mundial.
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