Las últimas fantasías de Helmut Newton
'Desnudos 1992-1995' reúne en Londres los trabajos más recientes del fotógrafo
El fotógrafo Helmut Newton está obsesionado con las cicatrices. Y con los accesorios quirúrgicos. Y con los pechos. Pero eso no le convierte en un obseso sexual. Ni mucho menos. "No hay fantasías sexuales en sus fotografías. Puede que en las primeras, pero no en las de ahora. Son una mera exposición". Entonces, ¿por qué tantos desnudos? "No sé", suspira aburrido. "He hecho paisajes, pero a nadie le gustaría verlos". Newton, para el que se ha acuñado el término pornochic, exhibe, hasta el 18 de noviembre, sus últimas fotografías de desnudos en la galería Hamiltons de Londres.
A sus 74 años, Newton parece cualquier cosa menos un viejo cachondo con impermeable. Delgado, bronceado y diminuto, lleva puesto un traje de rayas con un pañuelo de seda burdeos asomando por el bolsillo de la chaqueta, una camiseta blanca y unas flamantes zapatillas de deporte blancas. Elegante pero informal y decididamente eurochic. Para Helmut, todo es "encantador", "sorprendente" o "aburrido". Reconoce que se "aburre muy fácilmente".Puede ser la razón de que en todas las entrevistas que lees, se contradiga alegremente. El año pasado, durante una exposición de su obra en París, dijo que aquéllos eran sus "últimos desnudos". Y a continuación comentó que había tenido una "fuerte reacción" contra el cuerpo femenino desnudo. "Tengo un fuerte deseo de fotografiar a mujeres vestidas de pies a cabeza sin que apenas se les vea un centímetro de piel", declaró. "Estaba aburrido", precisa ahora. "Estaba harto de los desnudos. No puedo hacer siempre lo mismo".
Monotonía
Pero con la notable excepción de su fotografía de retratos, se ha dedicado exactamente a eso durante un cuarto de siglo. Cosa que hace que toda la original teorización sobre sus fotografías de mujeres se tambalee. Por separado, sus imágenes más famosas -por ejemplo, la de esa impecable y elegante modelo que lleva sujetador, pantalones y botas de montar negros, arrodillada en una cama con una silla de montar en la espalda- resultan retorcidamente divertidas, pero si las ves juntas, álbum tras álbum, exposición tras exposición, imitan la monotonía final de la pornografía. ¿Cuántas fantasías puede tener una persona? ¿Y cuántas veces se puede describir la misma?"No busco un cuerpo perfecto, signifique lo que signifique eso, porque me parece aburrido. Pero, ¿cuál sería la razón de ser de fotografiarlas con ropa? Quiero decir que se puede evolucionar, se puede cambiar, pero no se puede salir de la propia piel. Mi esposa, June, ha grabado un vídeo sobre mí, y en un momento dado dice: 'Si alguien se cayera muerto delante de la cámara, Helmut intentaría arreglar el cadáver'. Soy una persona muy ordenada".
Y posiblemente se encamine hacia la necrofilia. De las mujeres vacías de humanidad a los maniquíes, y después, en los años 70, empezó a fotografiar a mujeres con accesorios quirúrgicos -collarines, corsés-. Ha fotografiado a June después de una operación y a sí mismo con electrodos pegados al pecho después de un ataque al corazón.
"Me gustan las cicatrices", comenta muy serio. "Fotografío a mujeres que se han sometido a operaciones difíciles y a quienes han tenido que dar mucho puntos de sutura. Y siempre que me hacen alguna operación, cosa que ocurre a menudo, me fotografío. Soy muy remilgado. Creo que puedo enfrentarme mejor a las sorpresas, si hay una cámara entre la crisis y yo". ¿Y en el resto de sus fotografías? ¿Por qué tiene la necesidad de la distancia en ese caso? Vuelve a contestar sin ingenuidad: "Rechazo el romanticismo empalagoso y el enfoque blandengue, pero no intento que mis fotografías sean frías. Simplemente me sale así". Newton reconoce que utiliza. una perspectiva diferente en los retratos de famosos -de actrices, aristócratas y estrellas del pop- incluso de algunos hombres. Son sus mejores obras bañadas de ego: alegres, irónicas, personales y ocasionalmente: crueles. "En el caso de los retratos es necesario inmiscuirse", afirma. "Soy un admirador de los paparazzi, representan la intromisión llevada a sus últimas consecuencias. Pero yo pido a mis personajes que sean ellos mismos delante de la cámara. Evidentemente yo decido cómo voy a fotografiarlo, el lugar y la situación, pero es importante que no convierta esa persona en otra".
Newton nació en Berlín, pero huyó en 1938 bajo la sombra de Hitler. Este hecho, junto con su inclinación profesional por el embriagador blanco y negro ha llevado a la trivial observación de que está obsesionado con la decadencia Weimar. Sin embargo, ha vivido más tiempo fuera de su país que en él. Actualmente vive en Montecarlo con June, una fotógrafa que trabaja con el seudónimo de Alice Springs, con quien lleva 47 años casado. "Hace sol y hay que pagar pocos impuestos" dice con una visión realista. Dice que June siempre ha apoyado que trabajase con desnudos y le ha animado a llegar cada vez más lejos.
Newton trabaja con muchas modelos diferentes, en su mayoría profesionales. No tiene auténticas favoritas ni fijaciones personales. Son recipientes vacíos congelados en una película. Sus mujeres son intocables, elegantes y controlan la situación. Rezuman un poder que tiene menos que ver con el sexo que con la indiferencia que otorga su ambiente burgués. Miran altivamente al espectador desde su esclavitud sibarita, sin una pizca de placer ni la menor señal de individualidad.
La mayor parte de sus retratos, como casi todas sus obras, fueron hechas de encargo. Prefiere trabajar así, dice animándose. "Necesito el marco en el que funcionar. Es más difícil satisfacerme así que cuando viene alguien y me dice que quiere vender algo". Esta limitación, este fracaso de la imaginación si lo prefieren, es lo que ha destinado a Newton a ser siempre el mirón que atisba por la ventana de las galerías verdaderamente importantes. Pero en realidad no le importa. Se alegra de ser "un pistolero a sueldo" y de controlar "un montón de dinero", dice riendo. "Un montón de dinero".
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