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Los grandes del rock rinden homenaje a Leonard Cohen interpretando sus canciones

Bono, Sting, Billy Joel y Elton John, entre otros, participan en 'Tower of songs'

Andrés Fernández Rubio

Leonard Cohen recomienda, con una buena dosis de cinismo, que todo el mundo se lance a consumir Prozac, el antidepresivo "que inhibe el deseo sexual" y ha sido lan zado, como antídoto "por los mismos creadores de la pornográfica cultura de la ansiedad que nos domina". La fama de canadiense lacónico e insatisfecho le sirve para dar rienda suelta a un particular sentido del humor. Últimamente está contento, dice, y a ello no es ajeno el disco de versiones Tower of songs, en el que los grandes del rock interpretan sus mejores canciones y que acaba de ser publicado en España.

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Como un buen vino

Bono, Sting & The Chieftains, Billy Joel, Suzanne Vega, Peter Gabriel, Elton John, Aaron Neville, Don Henley, Trisha Yearwood, Tori Amos, Willie Nelson, Jann Arden y Martin Gore son los músicos que han grabado, para la firma A&M Records, los temas más conocidos del compositor, desde Suzanne hasta Sisters of mercy, pasando por No hay cura para el amor.Poeta y músico, Leonard Cohen sigue pensando que el título de esta última canción da una pequeña pista al abordar una de las complejidades de la sociedad del bienestar: el deseo y la ansiedad que genera. Y a la pregunta de qué piensa del Prozac y de la nueva generación de tranquilizantes un cantante que ha sido calificado como "el canadiense depresivo" o el "crooner lúgubre", Cohen, en conversación telefónica desde su casa de Los Ángeles, responde con un ataque a lo que él denoina un "sistema cultural pornográfico". El cantante no pone en duda los avances de la farmacología porque su acidez se detiene en un problema de fondo: los continuos estímulos, la mayoría de las veces falsos, lanzados por una industria de consumo cada vez más depurada y poderosa. "Tanto, que son ellos mismos los que después de crear el deseo se ven obligados a inventar el antídoto para calmar la ansiedad que su incumplimiento ha provocado".

La crítica de Cohen, de 60 años, no es nueva. Siempre ha permanecido fiel a sus orígenes culturales, de los años cincuenta, cuando los beat predicaban como valores morales el humor, la franqueza sexual, la ecología, el pensamiento oriental y el candor político. En 1960, Leonard Cohen había comprado ya una casa en la isla griega de Hydra que ha mantenido a lo largo de los años. Nada más alejado de la ansiedad contemporánea que una fotografía de Cohen, sentado con la guitarra en la terraza de su casa griega, mirando sobre los tejados.

El mundo en pedazos

Cohen es amante de hacer declaraciones de las que luego se arrepiente cuando las ve reflejadas en los titulares y suenan grandilocuentes. Una vez dijo: "Cuando peor está el mundo, mejor me siento yo". "Tal vez es un ejemplo de mi sentido del humor, tal vez es un simple chiste", afirma ahora. "Aunque a veces nos vemos enfrentados a semejante dosis de adversidad que ella misma te impulsa a levantarte, avanzar un paso más, trabajar más duro y mantenerte a flote. De todas formas, no quiero utilizar una palabra como mundo para tratar de definirme a mí mismo. Seguro que lo dije fuera de tono, ya que no es una observación seria, o es demasiado seria para ser tomada en serio. Sí es verdad que a veces, personalmente, cuando todo a mi alrededor se hace pedazos, alcanzo a levantarme más rápidamente".Leonard Cohen tiene una casa en Los Ángeles desde hace muchos años. Normalmente echa pestes sobre esa ciudad, y ha dicho que, poéticamente, la predicción de los geólogos de que el mar la invadirá tras el terremoto sería el final adecuado para un lugar tan podrido. Hoy, sin embargo, se refiere a ella de forma positiva, y asegura sentirse contento allí sin necesidad de tranquilizantes. "Soy muy aficionado a Los Ángeles", explica con su voz grave y cadenciosa. "Me gusta mucho y no sé explicar por qué. Puede ser que porque mi ventana mira en una dirección diferente a Hollywood, según observo ahora desde la cocina. Hace tiempo, en una ocasión en que me encontraba muy solo, llamé a una empresa de mujeres de compañía que elegí al azar en el listín telefónico. '¿Podrían mandarme una chica a casa?', dije. La respuesta fue: 'Sí, señor, ¿cuál es su dirección?'. Se la di y entonces me respondieron: 'Lo siento, señor, nuestras chicas no visitan ese barrio".

Siempre hay un toque de humor en Leonard Cohen, lo que rompe en parte su aura plomiza y errante. A la pregunta de si no temía que los artistas que han participado en el disco de homenaje le tomaran en serio e hicieran un disco demasiado reverente, responde: "¿Demasiado reverente? ¡No es lo suficientemente reverente! ¡Debería ser un doble álbum!". A quienes destacan su indiferencia por las modas les dice: "Soy indiferente a las modas..., pero voy siempre bien vestido".

Desde los años cincuenta, Leonard Cohen ha ido y venido por las listas de éxitos de una manera irregular. Detrás quedan 10 libros publicados, entre novelas y poesía, y 10 álbumes editados. Los comienzos fueron como escritor. En 1956 ganó un premio de poesía en Canadá. Su reputación fue creciendo y comenzó a poner música a sus letras. En 1966, Judy Collins interpretó la inolvidable Suzanne. Poco después, Cohen era fichado por CBS.

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