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Sueños de España

A Moric Pardo sólo se le sacará de Sarajevo si es para llevarle a España. Es el único viaje que aceptaría. "Ver España y después morir: ese es el sueño de mi vida entera".Moric sonríe dulcemente y sirve otra taza de café. Habla un castellano anacrónico -el que le enseñó su madre cuándo era "una criatura"- y hermoso. A medida que charla el idioma le va "tomando" y se hace más fluido.

Moric vive en el piso 11 de un feo y barato edificio construido en tiempos de Tito en el llamado Nuevo Sarajevo. Un obús serbio que alcanzó el edificio vecino reventó los cristales de su atiborrado saloncito, y ahora unos plásticos aislan del ruido y del frío. "Esta es una guerra mala. Muchos judeos de Sarajevo se han ido. Quedamos pocos".

Quedan apenas unos cientos, agrupados en torno a la sinagoga de la orilla izquierda del río y su organización caritativa La Benevolensia. Entre los que se han ido, aunque para servir en el exterior a la causa de una Bosnia unida y multicultural, se encuentra David Kamhi, agregado cultural de la Embajada en Madrid de la torturada república balcánica.

Nacido en Sarajevo en 1924, Moric ha conocido guerras peores o mejor dicho, peores para la comunidad judía de Sarajevo, en su mayoría de origen sefardí o español. Antes de la conquista nazi de la capital bosnia, la ciudad contaba con 14.000 judios; cuando las tropas de Hitler se retiraron, más de la mitad habían perecido en los campos de concentración.

"Mataron a mi madre y a mis dos hermanas, a muchos tíos y tías, primos y primas, a toda la familia entera mía". Moric salvó el pellejo porque a los 17 años se tiró al monte, se unió a los partisanos comunistas de Tito. Un pequeño busto del mariscal sigue presidiendo su saloncito.

Moric terminó la Il Guerra Mundial como capitán del Ejército yugoslavo, y luego fue cámara de cine en Sarajevo. En 1951 emigró a Israel donde vivió 28 años trabajando como fotógrafo de prensa. ¿Por qué regresé? Bajo, de plateado pelo crespo, con un bigotito cubriendo su fino labio superior, el sefardí vuelve a sonreír y responde: "Israel es bueno para los judeos que creen en Dios, pero no para los ateístas como yo".

No ha estado nunca en España, pero España es la clave de su vida. Moric ha recibido así al periodista: "Quiero primero que sienta una cántica". La cántica dice: "¿Onde está la llave que estaba en casón? Mis nonus la truserun con grande dolor de su casa de España, de España, sueños de España". Y luego le ha puesto discos de Imperio Argentina. "Agora no laboro nada. Vivo de la ayuda de La Benevolensia". Pero no quiere abandonar Sarajevo.

Aquí, recuerda, católicos, ortodoxos, musulmanes y judíos siempre han vivido en paz. Han sido los extranjeros, "los nazis y ahora los fachistas serbio?, los que han querido estropearlo todo. Eso sí, no se piensa morir hasta conocer España. Ha oído que el rey Carlos ofrece visados a todos los sefardíes de Sarajevo. Pero, ¿cómo conseguirlos? España no tiene consulado ni embajada en la ciudad. Su embajador para Bosnia vive en Viena. 'Ver España y después morir". ¿Existe España?

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