Las galerías de arte denuncian el intrusismo de entidades financieras e instituciones públicas
Un Libro Blanco cifra en 10.000 millones la facturación del sector en 1993
Uno de los principales problemas de las galerías de arte españolas es el intrusismo profesional que padecen por parte de salas gestionadas por ayuntamientos y entidades financieras que venden solapadamente, obras de arte. Ésta es, al menos, una de las conclusiones del primer estudio realizado hasta la fecha. en España sobre las galerías de arte. El estudio, que será presentado próximamente, ha sido realizado por encargo de la Unión de Asociaciones de Galerías de España en colaboración con el Ministerio de Cultura, y aporta datos hasta ahora desconocidos sobre la situación real de este importante sector cultural, que agrupa a 608 salas que facturaron, en 1993, unos 10.200 millones de pesetas.
El estudio, que tiene carácter de Libro Blanco, es una primera aproximación detallada a la situación de las galerías de arte en España, pero en muchos casos los datos son confusos, ya que la falta de profesionalización de una parte del sector, el secretismo al facilitar las cifras o la ambigüedad, incluso, en el momento de definir qué, es una galería de arte dificultaron el trabajo. El estudio se realizó a partir de un primer censo de establecimientos y de dos encuestas, una cuantitativa y otra cualitativa, en las que se entrevistó a numerosos galeristas de toda España.El Libro Blanco señala que en España existen al menos 608 establecimientos que se autodenominan galerías de arte, si bien de estos, sólo 370 contestaron el cuestionario enviado por los redactores del estudio -a cuyo frente se encuentran, entre otros, Antoni Laporte y Ferran Mascarell-, por lo que las cifras globales que ofrece son meras estimaciones a partir de los datos obtenidos. Aun así, las informaciones que se ofrecen son importantes para determinar la importancia y situación real del sector o, al menos, lo que éste sabe o dice de sí mismo.
Escasa profesionalización
Del estudio se desprenden algunas conclusiones claras, Una es la escasa profesionalización de una parte importante de las galerías de arte españolas, que se demuestra por su propia estructura organizativa -la mayoría son empresas familiares que funcionan con el régimen de autónomos y tienen un máximo de dos personas contratadas-; otra es la dispersión de objetivos, funciones y características de los establecimientos que se autodenominan galerías de arte -el estudio trata por igual a una tienda de muebles que vende cuadros de autores del siglo pasado que a una galería de arte contemporáneo dedicada exclusivamente a esta labor-, y la última es el es caso peso de las galerías como sector económico ya que, de acuerdo con los datos de 1993 ofrecidos por los mismos establecimientos, las salas españolas facturaron en conjunto unos 10.200 millones de pesetas. La comparación de esta cifra con la cantidad que mueve en España una empresa de tamaño medio -que oscila entre 5.000 y 25.000 millones- da una idea de la dimensión del sector de las galerías de arte.
Las galerías de arte -aquellas que trabajan directamente con artistas vivos para promocionar, exhibir y vender su obra- reclaman además que se les reconozca su función cultural. Al fin y al cabo, señala el estudio, son el principal intermediario entre el artista y el público, y con sus exposiciones abiertas gratuitamente al visitante -con una media de nueve exposiciones por año y sala, lo que equivale a más de 5.000 exposiciones al año- y su labor de promoción del arte asumen una función claramente cultural. La Administración y el público en general, sin embargo, las reconocen únicamente como negocio, que también lo son, y como tal las tratan.
Entre las muchas demandas que las galerías realizan en este sentido a la Administración destaca la reducción del Impuesto de Actividades Económicas (IAE), que grava la superficie del local del negocio y, por tanto, su actividad más claramente cultural: la exposición gratuita de arte. La reducción del IVA o la puesta en marcha de medidas legales que incentiven el coleccionismo son otras de las demandas planteadas en el estudio.
Con todo, el principal problema que destacan los galeristas es el intrusismo profesional. Aunque no se especifican casos concretos y los mismos encuestados se refieren a él -según refleja el estudio- de forma genérica, las acusaciones en este sentido son explícitas. En el apartado de salas no comerciales, el estudio indica: "A pesar de que estas salas no disponen de licencia fiscal para el comercio, las exposiciones que se desarrollan en ellas dan pie a un comercio encubierto que tanto se puede dar en la misma sala como aplazarse para un contacto posterior en el taller del artista. Fundamentalmente, son salas que dependen de las entidades financieras y de las administraciones locales". Y en otro apartado, referido concretamente al intrusismo, se lee: "Como agentes que practican el intrusismo en el mercado del arte se destacaron los intermediarios no profesionales y, fundamentalmente, algunas entidades financieras que juegan con la ingenuidad del público y con la imagen de credibilidad, garantía y seguridad de la entidad bancaria o de ahorros".
Desencanto
La lista de problemas es mucho mas larga, desde la escasa formación artística que ofrece el actual sistema educativo hasta la crisis económica, pasando por el desencanto que sufrió el sector tras los momentos de euforia especulativa de finales, de los años ochenta. Aquellos años de bonanza originaron la expansión del sector, el incremento a menudo desmesurado de los precios de las obras y la aparición de numerosos intermediarios no profesionales con fines especulativos.
Sin olvidar que parte de las denominadas galerías participaron en estos movimientos, la caída posterior del mercado ha afectado a todas las galerías sin excepción, que también perdieron prestigio y credibilidad. La crisis comportó, además de una bajada en la demanda de obra de artistas jóvenes, el descenso de precios, ya que muchos in termediarios que habían comprado obra sólo con fines inversores quisieron conseguir liquidez con rapidez, por lo que el mercado se inundó de piezas a un precio inferior al de su valor, lo cual, a su vez, creó desconfianza en los compradores.
Babelia
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