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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Movimiento y cautela

HOY SE cumplen 16 años de la aprobación en referéndum del Estatuto de Gernika. Las esperanzas entonces abiertas de un pronto final de la violencia terrorista de ETA no se han cumplido. Por ello, no es. extraño que muchos vascos, al margen de sus inclinaciones ideológicas, coincidan en reclamar de los políticos que hagan algo, que se muevan, que encuentren soluciones: "Todo menos ver cómo nuestros hijos heredan esta misma situación y se la transmiten a nuestros nietos".Sin descartar que puedan existir otras motivaciones, ésa es seguramente la principal causa de los movimientos que desde hace algunos meses se observan en los partidos democráticos para buscar cambios en la situación. El argumento es que, dado que los radicales se en cuentran cómodos en la inestabilidad y no van a cambiar de actitud, son los demócratas quienes deben hacer lo para evitar que la situación se enquiste.

Así, el PNV ha iniciado contactos con KAS, el organismo de coordinación entre ETA y sus tramas civiles, y Eusko Alkartasuna (EA) lo ha hecho con jHerri-Batasuna (HB). Los socialistas vascos dudan, pero no se oponen a que los nacionalistas lo intenten. Sólo el PP está abiertamente en contra. ¿Y qué dicen KAS y HB? Pues que gracias a su firmeza y coherencia han conseguido que los demás

se acerquen a sus postulados y llamen a su puerta. También aseguran que ese giro en la estrategia del Pacto de Ajuria Enea es consecuencia del atentado contra Gregorio Ordóñez, que ha hecho meditar a los políticos sobre lo que puede pasarles a ellos.La experiencia indica que son precisamente los partidarios de perpetuar indefinidamente la violencia y la intimidación quienes sacan partido de iniciativas bienintencionadas, pero poco meditadas o insuficientemente perfiladas.Muchos vascos -pero no todos: el 40%, según las encuestas- estarían dispuestos a aceptar que los terroristas presos fueran puestos en libertad y los exiliados pudieran regresar a sus casas a cambio de un compromiso serio de abandono definitivo, de la violencia. Así ocurrió con la rama político-militar de ETA en 1982. Si hubiera alguna posibilidad realista de, repetir tal operación valdría la pena intentarlo, incluso asumiendo riesgos.

¿Existe tal posibilidad? Si existe, que se diga. De momento, ningún síntoma lo indica. Herri Batasuna y KAS remiten indefectiblemente a la oferta de ETA: el reconocimiento del derecho de autodeterminación y de la "integridad territorial" (anexión de Navarra) como condición para que ETA acepte una tregua durante la cual los partidos determinarían la forma jurídica para plasmar tales principios. Ese planteamiento les incompatible con la Constitución -luego habría que reformarla- y contradictorio con el modelo de integración del pluralismo vasco que representa el Estatuto de Gernika. Cualquiera que sostenga que hay que negociar con el mundo. de ETA debe saber que se trata exactamente de eso: una negociación por la cual un partido que representa al 14% de la población vasca impone a todos los demás. Ciudadanos españoles una reforma de la Constitución en el sentido indicado por ETA, y a todos los vascos, un planteamiento que haría imposible la actual comunidad autónoma.

Todo planteamiento que fuerce a los vascos a elegir soberanía en esos términos -España o Euskadi- excluirá de la comunidad vasca a gran parte de la población: al 40% o 50% de los ciudadanos, y al menos a una de las tres provincias, si se considera el porcentaje de votos no nacionalistas en las tres últimas elecciones; a una porción mucho mayor si se atiende al porcentaje de quienes no consideran incompatible su condición de vascos con la de ciudadanos españoles.

Tratar de integrar al radicalismo, evitando su acomodo en el enquistamiento, es un, objetivo loable. Hacerlo al precio de romper el consenso estatutario, un suicidio. Entre ambos límites está la frontera que separa una iniciativa responsable del aventurerismo.

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