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50 AÑOS DE LA ONU

El aniversario de la ONU convoca la mayor reunión de jefes de Estado de la historia

Antonio Caño

La ONU está en bancarrota y ninguno de sus miembros quiere poner dinero para las fuerzas de paz. Pero a la hora de los fastos para celebrar el 50 aniversario del nacimiento de la organización, todo el mundo ha tirado la casa por la ventana para pasear a sus presidentes en las más grandes limusinas, acostarlos en los mejores hoteles, alimentarlos en los mejores restaurantes y preparar con todo lujo este gran acontecimiento: la mayor concentración de reyes, jefes de Estado y de Gobierno que jamás se ha conocido, en la historia. Desde hoy hasta el martes habrá cientos de discursos, entrevistas y reuniones bilaterales; diplomacia de proporciones gigantescas en busca de un mensaje común: seguimos creyendo en las Naciones Unidas.

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Incluso para esta ciudad, que hace tiempo asumió el caos como estilo de vida, el espectáculo es deslumbrante. Más de 4.000 policías de uniforme han tomado Manhattan y cientos de agentes secretos se, encargan de la seguridad de los cerca de 160 dignatarios, muchos de ellos de alto riesgo. Se trata del mayor despliegue de medidas de seguridad desde la II Guerra Mundial. Lanchas patrulleras vigilan los ríos East y Hudson. Submarinistas rastrean las aguas próximas al World Trade Center, donde los invitados cenaban anoche. Las calles de media ciudad están cortadas para abrir paso a las delegaciones, que se estorban literalmente en sus movimientos.Hay visitantes de primera categoría, en términos de atención periodística y custodia policial, como las delegaciones de Cuba, Palestina, China o Rusia, y las hay de tercera, como Saint Kitts, Mauricio o Albania. El presidente de este último país, Sali Berisha, no fue siquiera capaz de encontrar una habitación en Nueva York, y sus representantes aquí le tuvieron que buscar un apartamento a 2.000 dólares la noche (250.000 pesetas). Eso es, desde luego, mucho menos de los 6.000 dólares diarios que paga el presidente estadounidense, Bill Clinton, por su suite en el Waldorf-Astoria. Pero mucho más de los 55 dólares por noche que le cobran al representante de Palau -el último Estado incorporado a la ONU- por su modesto alojamiento en Staten Island.

Con Clinton, al Waldorf se ha ido también Carlos Menem (Argentina) y la mayoría de los presidentes asiáticos. El presidente español, Felipe González, se ha quedado en el hotel UN Plaza, moderno, funcional y a 900 dólares por la suite presidencial (y 15 minutos de espera, en los ascensores). Nelson Mandela (Suráfrica) ha preferido el lujo clásico del hotel Plaza, con precios tres veces más altos.

Mucho más preocupado por el dinero está el alcalde de Nueva York, Rudolf Giuliani, que teme que los gastos para atender a tanto hombre ilustre supere los cuatro millones de dólares que se gastó en recibir al Papa. Sus fuerzas policiales van a tener que hacer frente a cerca de 500 manifestaciones políticas de signo distinto que se reparten las esquinas de Manhattan estos días.

También en eso, los cubanos son las estrellas. Desde el sábado están protestando por un lado los que se quejan de la visita de Fidel Castro, y por otro los que se oponen al embargo norteamericano contra la isla. Tanto han cambiado los tiempos desde que la ONU nació, que Fidel Castro es el único comunista presente en la reunión, si se exceptúa el comunismo libremercadista de China. Por esa razón Castro ha sido expresamente excluido de las cenas y actos que organizan la ciudad y el Gobierno norteamericano. Los demás ogros de EEUU, los líderes de Irak, Libia, Irán y Corea del Norte, han preferido quedarse en casa.

Tampoco ha venido Helmut Kohl, de Alemania, dejando sentir así sus quejas por no formar parte del Consejo de Seguridad; ni Hosni Mubarak, de Egipto, permanentemente amenazado de muerte por los musulmanes que radican en Nueva York; ni el presidente italiano, Oscar Luigi Scalfaro, dedicado a sus crisis internas. Tampoco ha venido el presidente del Congo, Pascal Lissouba, aunque éste por razones distintas: por falta de presupuesto para el viaje. También estará ausente Yugoslavia (Serbia y Montenegro), que no ha sido invitada.

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