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40ª SEMANA INTERNACIONAL DE CINE DE VALLADOLID

"Hamlet ha cambiado mi vida"

Rocío García

Si alguien ha cambiado la vida de Kenneth Branagh ha sido Hamlet. "Aunque pueda parecer un poco tópico, sólo he tenido dos certidumbres en mí vida. La primera, la de que quería ser actor, la tuve cuando vi a los 16 años una representación de HamIet. La segunda la estoy experimentando ahora y es que quiero hacer Hamlet", confesó ayer el actor y director irlandés Kenneth Branagh en Valladolid, donde ha presentado la comedia romántica en blanco y negro En mitad de un crudo invierno, el filme más personal de su carrera, del que es guionista y director.Ya no luce su larga melena. Ahora lleva el pelo muy corto y muy rubio. Viste pantalones vaqueros, polo azul marino y una chaqueta de punto gordo de color rojizo. Advirtieron que no quería fotos y que había prohibido las preguntas sobre su reciente separación de Emna Thompson. Sin embargo, ante la pregunta de si suseparación amorosa afectará al campo profesional, contestó: "Espero y deseo que no".

En mitad de un crudo invierno narra la historia de un actor en paro que decide darse una última oportunidad profesional, tratando de salir de la crisis en la que se encuentra, montando y representando Hamlet durante uñas vacaciones de Navidad. Kenneth Branagh reconoce que necesitaba la intimidad que ofrece En mitad de un crudo invierno tras la experiencia de una gran superproducción como fue Frankenstein, de Mary Shelley. "Es una sensacion que ya experimenté después de hacer Morir todavía, después de la cual hice un filme de bajo presupuesto. Ahora me ha pasado lo mismo". "En mitad de un crudo invierno refleja de alguna manera las vivencias del rodaje. La realizamos en 21 días, durante los cuales vivimos como una familia, en un espíritu un poco cooperativo, donde todos cobrábamos lo mismo. Fue muy liberador para mí", confesó el actor, que ha empezado a fumar y lo hace sin parar. "Es el estrés", se disculpa el que hace un año prohibía fumar delante suyo.

En mitad de un crudo invierno la escribió Kenneth Branagh hace unos cinco anos, justo después de abandonar la Royal Shakespeare Company. "Cuando empecé estaba de gira con alguno de los actores que trabajan en el filme. Quería reflejar una experiencia concreta vivida, por mí. Entonces no tuve el valor de hacerla", dice el director, quien ve reflejados sus sentimientos en varios de los personajes. "Donde me veo más a mí mismo es en algunas de las paradojas del protagonista principal, que, por una parte, quiere hacer algo nuevo en el teatro, contactar con un gran público, hacer Shakespeare, pero, por otra, le interesa tener un buen papel. Toda esa paradoja que sufren los actores entre su vanidad, su codicia y una cierta nobleza es con lo que más me identifico", afirma Branagh.

Rompiendo algo que es habitual en su cine, Branagh no ha querido en esta ocasión compatibilizar su trabajo de director con el de actor -"queria alejarme un poco de una experiencia como ésta, porque si no se hubiera convertido en una especie de terapia personal"- y ha rechazado el color para el filme. "La elección del blanco y negro ha sido una decisión instintiva. Me encantan las comedias en blanco y negro y la tradición americana del mundo del teatro que tan bien reflejan las películas de Judy Garland. Tambien creo que me he visto influenciado por algunas comedias de Woody Allen".

Branagh vive como una especie de misión personal el intento de revelar toda la riqueza y las emociones que él siente con Shakespeare. Ya lo hizo durante años en el teatro, y lleva varios haciéndolo en el cine (Enrique V, Mucho ruido y pocas nueces y Othelo, todavía sin estrenar en España, y la presentada ayer en la Seminci de Valladolid). "El efecto del gran poeta que es Shakespeare es algo parecido al que produce la gran música. No soy una persona de una, fe especial, no soy especialmente religioso, y esa espiritualidad la encuentro en Shakespeare. Es un gran, fabricante de historias y de argumentos, historias de una relevancia universal, y posee una perspectiva iluminadora y muy reveladora sobre ciertos aspectos de la vida".

Será una productora de Hollywood, la misma que ha producido Othelo, la que logre hacer reafidad la segunda certidumbre de Branagh: hacer Hamlet. Kenneth Branagh será por fin el príncipe de Dinamarca en una película que también dirigirá y que será una versión íntima -tres horas y media del drama de Skahespeare, cuyo rodaje comenzará en enero-. "Hamlet marcará un cambio de etapa, porque después de esta película no sé lo que voy a hacer, no tengo ni ideas, ni planes, ni intenciones. Desde que estoy en el mundo del cine he estado obsesionado por hacer una versión de Hamlet. Ha sido mi meta. He vivido siempre con la sensación de que no iba a ser capaz de parar hasta conseguir hacer Hamlet".

A sus 34 años, Kenneth Branagh ha cambiado. En Valladolid se ha mostrado como una persona vulnerable y normal. Por algo dice que los actores son como niños. "Son al mismo tiempo lo mejor y lo peor. Los actores, sobre todo en el caso de Shakespeare, tienen que desnudarse y exponerse, lo cual es muy arriesgado desde el punto de vista de los sentimientos. Es verdad que somos emocionalmente cambiantes y vulnerables: Estamos necesitados de afecto porque esa necesidad de desnudamos nos coloca en una situación muy vulnerable. El riesgo que corremos es que cedamos a nuestras emociones y sentimientos y convirtamos el papel en una especie de terapia. Pero si hacemos lo contrario, lo que pensaban los grandes poeta del pasado como Shakespeare que es convertirnos en vehículo neutro de expresión de emociones, es cuando se produce el milagro", se desnuda Branagh.

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