El presidente Izetbegovic afirma que no renunciará a una Bosnia unida y soberana
, ENVIADO ESPECIAL"No renunciamos a una Bosnia-Herzegovina unida y soberana, pero creemos que es posible detener ahora la guerra y que podemos seguir combatiendo a favor de ese objetivo por medios políticos", declaró ayer el presidente Alia Izetbegovic, en la conferencia del Partido de Acción Democrática (SDA), celebrada en Fojnica, a unos 40 kilómetros de Sarajevo. El SDA ultimó su posición ante las negociaciones de paz en los Balcanes que comenzarán el día 31 en Ohio (EE UU).
Izetbegovic precisó que Bosnia deberá tener instituciones estatales comunes; se declaró partidario de la federación con los croatas, aunque añadió que no está funcionando en estos momentos, e insistió en que el Gobierno legal bosnio no entregará a los rebeldes serbobosnios Gorazde ni aceptará la partición de Sarajevo.
Entretanto, los civiles de Sarajevo siguen atrapados en la ciudad. De aquí sólo puede salirse por el aeropuerto, donde únicamente aterrizan aviones de la ONU, y, si se tiene el permiso del Gobierno bosnio, por la carretera o el túnel del monte Igman. Así que unas 250.000 personas recuperan a cuentagotas algunas ventajas de la civilización -electricidad, gas, semáforos, tranvías y, desde ayer, un agua dudosamente potable-, pero siguen sin libertad, de movimientos. Además, la amenaza de la guerra pesa sobre sus cabezas. Los francotiradores serbobosnios están ahí, en las colinas que dominan la ciudad y en los edificios de la zona de Grbavica.
Orden de arresto
Hay noticias que en Sarajevo no sorprenden. O si lo hacen es por el hecho de que el mundo exterior haya tardado tanto en reconocer lo que para sus habitantes es evidente. Por ejemplo, la de que el tribunal de La Haya, que juzga los crímenes de guerra en la antigua Yugoslavia, dictara ayer una orden internacional de arresto contra el serbobosnio Dragan Nikolic, el verdugo del campo de concentración de Susica en 1992. Mal alimentados, torturados y, en muchos casos, ejecutados a sangre fría, unos 8.000 musulmanes bosnios estuvieron a la merced de un Nikolic que les decía: "Yo soy ahora vuestro Dios". Tampoco extrañó que Estados Unidos y la ONU denunciaran que 22.000 musulmanes y croatas del noroeste de Bosnia han sido expulsados por los serbobosnios desde mediados de septiembre. Otros 2.000 han sido asesinados o sometidos a trabajos forzados en el frente.
En cambio, sí que extrañó, por no ser corriente en las guerras de los Balcanes la explosión de un coche-bomba en el patio de una comisaría de policía de la localidad croata de Rijeka. El conductor del coche murió y 29 personas resultaron heridas. En Sarajevo no se encontraba explicación al hecho. En Zagreb había dos teorías: una represalia por un juicio de tráfico de drogas que se celebra en Rijeka o una venganza serbia por las recientes victorias croatas.
Entretanto, la ONU ha acusado a los serbios de Bosnia de violar a dos adolescentes bosnias en un bosque de la región de Banja Luka, al noroeste del país, y de secuestrar a una treintena de hombres en una nueva campana de depuración étnica. Los responsables de la operación fueron las huestes del radical miliciano Arkan.
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