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Sospechas con rumor de sables al fondo

Juan Jesús Aznárez

La crisis política ecuatoriana reviste características comparables a la registrada cuando el presidente León Febres Cordero fue secuestrado, en 1985, en una base militar. El chantaje consiguió que Febres acatase una amnistía parlamentaria para su ex comandante, el general golpista Frank Vegas Pazos.Fuentes ecuatorianas consultadas telefónicamente recuerdan que la actual trifulca comenzó con una reunión privada a la que asistían, entre otros, Dabik, y el subdirector del diario Expreso. Los comentarios del vicepresidente sobre desembolsos del Estado para lograr la aplicación de sus políticas fueron publicados por el rotativo. "Esto dio lugar a una hecatombe", dice Roque Espinoza, analista del periódico Hoy. El mentis de Dahik no convenció a nadie.

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Hombres del principal partido de la oposición, el socialcristiano, quedaron implicados como corruptos. Montó en cólera Febres Cordero, ahora alcalde de Guayaquil. Habló del fraudulento uso de fondos reservados y apremió el juicio político al vicepresidente, del que salió sin condena. Tarjetas de créditos, casas, viajes o secretarias privadas figuraban en la lista de gastos sufragados presuntamente con dinero público.

El partido socialcristiano cerró filas, convocó a su bloque y promovió ante la Corte Suprema el juicio penal. Esa instancia dictó auto de prisión preventiva "en base de indicios de mal uso de los fondos reservados". Las presiones para lograr la. renuncia de Dahik se sucedieron, pero el presidente Sixto Durán Ballén resistió. El vicecanciller de Costa Rica manifestaba ayer que los militares amenazaron al presidente con un golpe si insistía en retener a su segundo.

Espinoza aludió a complicadas maniobras en la crisis que llama la atención sobre una corrupción generalizada en el sistema político. "Y no sólo de la vicepresidencia, sino también de la presidencia, al dictarse un decreto que impedía el acceso. a los microfilmes de los fondos reservados de Dahik y Durán Ballén. Pareció quedar claro entonces que todos los partidos utilizaron dolosamente las partidas de la controversia.

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