La cinta acusadora
Los nombres de los abogados Fernando Fernández Perdices y de Carlos Rodrigo Ruiz de Castro figuran en la grabación del cabeza rapada Ramón Orrellana, de 22 años, en la que se sostiene que las muertes de Miguel Martín y Susana Ruiz fueron obra de miembros de la ultraderecha.En concreto, la confesión del rapado, grabada en noviembre de 1994, acusa a Fernández Perdices y a Ruiz de Castro de ser los autores del crimen de Martín, decorador de 24 años, cuyo cadáver fue descubierto 15 meses después (te su desaparición el 10 de abril de 1993.
Esta imputación no le repite en el caso de Susana Ruiz, cuya muerte aún es objeto de investigación judicial -los forenses no llegaron a determinar la causa exacta del fallecimiento- La cinta afirma que la estudiante de Vicálvaro murió a manos de unos rapados, pero no aporta nombres.
Al hablar de Fernández Perdices, el rapado Orellana es mas concreto y le acusa de ser el jefe del grupo neonazi Bases Autónomas:"Entonces, el jefe, Fernando Perdices, se pone mu nervioso, eh, que es el jefe de Bases Autónomas, repito es el jefe de Bases Autónomas, (...) este señor, eh, le empieza a indicar a mi jefe que puedo ser un estorbo porque han matado a un chico que se llama Miguel Martín; entonces, ante la duda, no saben si lo sé, si no lo sé, le pone nervioso, me pongo yo más nervioso, me acuerdo de la amenaza (resopla), bueno increíble, o sea, (resopla) mi heee, mi hermano se pone también muy nervioso, le digo que... El Marru [un cabeza rapada] también está detrás, y que entre los cabezas rapadas se empieza a correr la voz de que yo sé mucho, que hay que liquidarme".
La policía considera que las acusaciones de Orellana son pura fantasía, pero da por buenos sus conocimientos del entramado de la ultraderecha.
La juez que investiga el caso de Susana Ruiz ha citado a declarar como testigo a Fernández Perdices, quien ha negado cualquier implicación con las muertes, aunque ha reconocido que mantuvo contacto con Orellana. Este periódico ha tratado sin éxito, varias veces, de recabar la versión de Fernández Perdices.
Orellana, tras grabar la cinta, huyó de su casa. Y aún sigue en paradero desconocido.
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