Mobiliario 'antiindigentes'
Quién iba a pensar que un inofensivo y apacible banco de un parque se pudiera convertir en una máquina de exclusión, diseñada para negar el descanso a un cuerpo cansado.Una vez más queda demostrado que en nuestra sociedad nada es casual, y hasta el mobiliario urbano toma partido para despejar el paisaje de una obstinada miseria que no se quiere esconder.
Es una prueba más de la crueldad de un mundo, que no da tregua al pobre, aunque sea una de sus más logradas creaciones.
Entre chirimbolos y bancos antipobres, los señoritos engominados y encorbatados de la nueva derecha de siempre nos están haciendo el favor de adelantarnos lo que serán las ciudades del futuro. Julia Burgueño y Mario P. Antolín.
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