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El mundo y todo lo que hay en él

Una de las exposiciones de mayor dificultad en cuanto al trabajo de selección con la que se enfrentó en su larga vida profesional J. Livingstone, responsable de la Corcoran Gallery of Art, fue la celebrada en esta galería en 1988, con ocasión del centenario del National Geographic.Se trataba de una muestra antológica de las mejores fotos aparecidas desde sus orígenes en la publicación de esta institución, que hoy, además de sus famosas películas, conferencias, documentales, ediciones y vídeos.... apuesta por la televisión, el disco compacto, lo interactivo y las redes informáticas.

Un paquete de imágenes se puede ver ahora, en formato reducido, en el Centro Cultural Casa de Vacas de Madrid. Livingstone, entonces, tuvo que resumir en tan sólo 260 fotos todo un siglo de lo publicado en el National Geographic, así como de los materiales guardados en sus archivos -uno de los más importantes del mundo en la especialidad, tanto por número de originales como por su precisa sistematización-

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La otra cara de nosotros mismos

Archivos donde se custodian originales de toda naturaleza y procedencia, cuyo. origen hay que buscarlo tanto en encargos a particulares como en las adquisiciones de colecciones -públicas y privadas-, así como un sinfín de tomas realizadas por los mismos socios, quienes solían ser preferentemente científicos, exploradores o inventores, como el caso de Alexander Graham Bell, físico e inventor del teléfono, miembro de la sociedad desde la primera reunión.

Como estrategia dé mercadotecnia, y con el lema El mundo y todo lo que hay en él, en 1903, el editor Gilbert H. Grosvenor concentró el riesgo en la edición masiva de fotografías como soporte de la publicación: de los entonces 10.000 ejemplares de tirada se pasó a los 100.000 en 1911. Entre 1,900 y 1920, el blanco y negro fue la apuesta de NG; en adelante, el color sería una de sus claves identificativas, lo cual le viene de viejo, dado que ya en 1910 aparecían publicadas en un número de la revista. las primeras copias coloreadas a mano. Se trataba de un reportaje titulado Escenas en Corea y China, realizado por William W. Chapín, el cual abrió los ojos a los editores con vistas al futuro "por el éxito y aceptación popular que tuvieron".

Las fotografías editadas en el National Geographic -"la revista de lomo aniarillo", como se la conoce en todo el mundo- participan de un estilo igual de directo que sus textos (todos sus reportajes narran en primera persona).

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Pero estas páginas, modélicamente impresas, aparte de la finalidad propia -"promoción y difusión del conocimiento geográfico"- impuesta por los 33 caballeros (como se denomina a quienes la fundaron, el 13 de enero de 1888), han tenido otra funcionalidad complementaria muy distinta: servir de guía de navegantes a fotógrafos de todo el mundo, principalmente a los autodidactos.

Desde 1914, fecha en que publica su primera fotografía en color en un rudimentario semitono, hasta nuestros días, pasando por los sesenta-setenta -las décadas de apogeo y democratización de la foto a todo color-, han sido muchísimos los que, cámara en mano, aprendieron o perfeccionaron los rudimentos de esta técnica tomando como referente las imágenes reproducidas en ellas.

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