Arranque sistemático
Siempre hay en marcha alguna lotería que te puede tocar. Desde qué te levantas hasta que te acuestas se están celebrando sin cesar sorteos en los que te juegas la vida. Y, aun mientras duermes, miles de rifas en las que llevas cientos de papeletas hacen girar sus bombos para seleccionar un número: quizá el tuyo. A lo mejor, al levantarte, ya te ha tocado algo y tú, que todavía no lo sabes, te cepillas los dientes con la desesperación de todas las mañanas y metes el pie en la bañera con la cobardía habitual. Ignoras, por ejemplo, que ese día se van a enamorar en Madrid 178.000 personas y que tú eres una de ellas. No te quejes, podría tocarte algo peor. El cupón de los ciegos, el décimo de la Lotería Nacional o la Bonoloto no son más que la parte visible y domesticada de una maquinaria secreta que reparte premios y castigos al azar.Esta semana, por ejemplo, se ha celebrado en Madrid un sorteo esotérico para elegir a las 11.250 personas que podrían ser llamadas a lo largo del año próximo para formar parte de un jurado. El sorteo se celebró por el conocido método de "selección sistemática con arranque aleatorio". El destino se comporta de ese modo: por un lado parece muy sistemático, pero por otro es completamente aleatorio. A mí un día se me estropeó el ordenador, un Toshiba estupendo con el que había pasado horas inolvidables, y en la casa me dijeron que se trataba de un fallo aleatorio, o sea, que se podía producir o no producir y que resultaba imposible averiguar de qué dependía. Escribí al director comercial para que me lo explicara un poco mejor, pero no me ha contestado. Así que lo enterré con mucho duelo y ahora tengo un Compaq que me compré en la calle 42 de Nueva York. Al principio no nos entendíamos, pero hemos alcanzado acuerdos básicos que nos permiten convivir.
El caso es que hoy, que parece un domingo como todos los demás, usted es jurado, o quizá jurada, lo que podría modificar su vida: nunca se sabe dónde da la vuelta el destino. Dicen los médicos que cada diez segundos muere un fumador. Yo llevo una semana contando hasta diez cuando voy en el autobús, mientras contemplo la ciudad, y todavía no me he muerto, pero no pierdo la esperanza de que me toque, porque se trata de un sorteo permanente, como la sesión continua de los cines; lo que hay que hacer es no dejar de fumar, porque entonces te quitan los números de la rifa y ya no te mueres cada diez segundos, sino cada cinco: cada cinco segundos se muere alguien en el mundo por causas desconocidas.
Si estudias en la Complutense y te apuntas a una organización de derechas, te puede tocar un viaje a Benalmádena. Desde luego, tienes que ser un sujeto claustral, o sea, cerrado, y con capacidad para decidir con tu voto el nombre del próximo rector. Si a la condición de claustral añades la de fumador, aparte del viaje a la playa, te juegas cada diez segundos la vida. Podrían tocarte las dos cosas a la vez, no digo que no, pero entonces es que eres un sujeto con suerte, así que a lo in9jor sale también tu nombre en el sorteo de "selección sistemática con arranque aleatorio" para jurado. Un chollo: muerto, jurado y en la playa, todo a la vez. Hay gente que se queja de que no le toca ninguna lotería, y a lo mejor es que no son claustrales ni fumadores, ni de derechas. A Esperanza Aguirre le tocó el otro día ser alcaldesa durante siete minutos quebrando una tradición machista de siete siglos. Por lo visto, el alcalde salió un momento al servicio y le dijo que ocupara su lugar. Una verda4era lotería. ¿Cómo saber en qué pleno le van a dar a Álvarez del Manzano ganas de hacer pis?
Así es la vida: una lucha constante entre lo aleatorio y lo sistemático, lo castizo y lo cosmopolita; una pelea entre el tabaco y la salud o el domingo y el lunes. Es decir, que mientras permaneces sentado frente al café festivo, una lotería que te concierne trabaja, para que dentro de diez segundos estés muerto, seas alcalde o te toque un viaje a Benalmádena. No te quejes, hay cosas peores: no tienes más que asomarte al periódico.
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