La Alianza Atlántica llega a un acuerdo e una futura fuerza de paz en Bosnia
La OTAN está encantada de haberse conocido. Ha jugado un papel decisivo, diseñado por Washington, en el final de la guerra bosnia. Su sede de Bruselas supura optimismo: ha encontrado al fin, tras la guerra fría, una razón de ser práctica. Pero también está escamada. No quiere repetir los años de vacilaciones y conflictos que se han sucedido para llegar a la situación actual, los "errores históricos". ¿Cuáles? Sobre todo, el mandato compartido con la ONU, esa doble llave que se necesitaba para emprender una acción militar. Sólo su eliminación permitió avizorar el principio del fin de la guerra abierta.Por eso, el Consejo Atlántico aprobó anoche tras más de 12 horas de discusión un documento de estrategia para el despliegue de una nueva fuerza de paz para Bosnia y encargaron al Comité Militar de la, OTAN que con la máxima urgencia presente una versión que perfile todo los detalles de ese nuevo contingente para que pueda ser operativo en cuanto se alcance un acuerdo de paz entre todas las partes beligerantes.
Portavoces de la Alianza indicaron que habían quedado resueltos los problemas concernientes a la coordinación entre la OTAN y la ONU, que habían desatado fuertes diferencias entre EE UU y Francia. Sin embargo, las fuentes no quisieron entrar en más detalles. Francia buscaba algo de paraguas de la ONU, y EE UU, nada de nada.
El documento no cifra aún las necesidades humanas, pero se habla de 50.000 soldados. Ni detalla las necesidades financieras. La OTAN aspira a que la ONU y otros países cofinancien la operación.
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