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Rusia estuvo al borde de un accidente nuclear por una factura impagada de luz

La Flota del Norte de Rusia no está para bromas y no permitirá que se les corte la energía eléctrica poniendo en peligro a miles de personas, como ocurrió el jueves al quedar fuera de control el reactor nuclear de un submarino en desuso cuando le fue interrumpido el suministro de fluido eléctrico por falta de pago. Esto no significa que la flota haya decidido saldar su deuda con la compañía eléctrica -están en quiebra y sin dinero para ello- sino que los marinos han tomado las subcentrales eléctricas de la península de Kola, donde la flota tiene sus principales bases de submarinos nucleares que patrullan el Atlántico.

La alarma sonó el jueves, cuando los dirigentes del sistema de energía de la península de Kola, cansados ya de aguantar los impagos de los militares, cortaron la electricidad a la subcentral que abastece a tres bases militares de la Flota del Norte. Como resultado, se quedaron sin energía eléctrica, además de otras instalaciones, cuatro submarinos atómicos -que ya no patrullan las aguas, pero cuyos reactores siguen funcionando- y en uno de ellos no se encendió el sistema automático autónomo de abastecimiento eléctrico para la refigeración de los reactores. Esto significaba que se había perdido el control sobre los reactores y que existía el peligro real de una avería, que de ocurrir podía tener consecuencias catastróficas.La reacción del comandante de la Flota del Norte, almirante Oleg Yeroféyev, no se hizo esperar: ordenó a sus hombres poner una guardia armada permanente en las subcentrales para impedir el corte de electricidad a las bases militares. Yeroféyev calificó las acciones de los funcionarios civiles como un "acto de sabotaje" y señaló que sus hombres tienen derecho a usar las armas.

En realidad, lo cosa es seria: la explosión de un reactor nuclear de un submarino en desuso -"Chernóbiles flotantes" los ha llamado el académico Alexéi Yáblokov, uno de los dirigentes de la seguridad ecológica de Rusia- significaría una tragedia tanto para la gente que habita la península como para el medio ambiente.

Además, en las bases de la Flota del Norte no sólo hay submarinos atómicos; también hay depósitos de armamento que no permiten ni oscilaciones de temperatura ni cortes de electricidad. Tampoco sena muy agradable que se produjera un cambio brusco de tensión cuando se trabaja en un reactor atómico o con un misil balístico. A pesar de estos peligros, como bien decía ayer en un artículo en primera página Krásnaya Zvezdá, el periódico del Ministerio de Defensa de Rusia, "los responsables del sistema de eneigía continúan jugando al fin del mundo".

Juego macabro

La primera acción seria en este macabro juego ocurrió el 21 de septiembre de 1994, cuando dejaron sin luz nada menos que al mando central de las Tropas de Cohetes Estratégicos. El primer ministro, Víktor Chenomirdin, furioso, prometió castigar a los culpables, y la fiscalía militar abrió proceso contra los que dieron aquella irresponsable orden. Pero no sólo no se castigó a nadie, sino que de acuerdo con la resolución gubernamental Nº 760, del 27 de julio de este año, es completamente legal cortar la electricidad a quienes no pagan las cuentas, aunque se trate del mando central de los misiles intercontinentales.Antes y después de esta fecha las compañías eléctricas rusas habían dejado ya sin luz a grandes empresas e incluso a aeropuertos. Por primera vez lo hicieron en junio de 1992, cuando cortaron el suministro durante varios días a una serie de fábricas de Jabárovsk. El año pasado dejaron sin luz al aeropuerto donde el presidente ruso, Borís Yeltsin, debía aterrizar, en el Cáucaso. Y en las últimas jugadas de la compañía eléctrica antes del incidente en la península de Kola, quedaron sin energía el cosmódromo de Plisetsk, el 15 de septiembre, y cuatro días después la estación de comunicación espacial Azimut-K.

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La Flota del Norte simplemente no tiene de dónde sacar los 555 millones de pesetas que debe a la compañía eléctrica: el Estado debe, a su vez, a los marinos nórdicos más de 16.000 millones de pesetas.

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