Este verano se quemó un 84% menos de bosque que el año pasado Galicia ha sido la comunidad más castigada
Terminado el verano, se puede hacer ya balance de los incendios forestales. Las llamas han quemado este año un 84% menos de bosque que en el mismo periodo -del 1 de enero al 10 de septiembre, según el último recuento de Agricultura- de 1994; pero más que en esos meses de 1992 y 1993. La superficie arbolada arrasada ha bajado de 243.100 hectáreas a 39.000. Galicia ha sido esta vez la comunidad autónoma más castigada, rompiendo su buena racha de los últimos años.
En superficie no arbolada -monte bajo, pastizales, matorral-, la disminución ha ido menor: de 175.600 a 80.000 hectáreas. Fernando Estirado, director general de Conservación de la Naturaleza, indica que lo preocupante sigue estando en la tendencia al alza del número de incendios, más de 22.000 este año frente a os 16.000 del año pasado.Estirado explica que la causa principal del bajón de superficie calcinada hay que buscara en los vientos propicios: "Han sido más húmedos que los del año pasado. En Levante han soplado los de poniente, mucho más cargados de humedad que los de oriente, que predominaron el verano pasado. Sin embargo, estos vientos de oeste son los que han provocado un año dramático en Portugal y Galicia, porque ya llegaban allí muy secos".
El gran orgullo del Gobierno de Manuel Fraga parecía hecho trizas en la última semana del agosto más caluroso de los últimos años. El Ejecutivo que había logrado hacer frente a la eterna plaga de los incendios forestales, cuyo sistema de lucha contra el fuego estaba sirviendo de ejemplo a otras comunidades autónomas, contemplaba impotente cómo Galicia volvía a arder por los cuatro costados. Socialistas y nacionalistas certificaron el fracaso de la política contra incendios de la Xunta. En su opinión, los éxitos de los cuatro años anteriores fueron gracias a la lluvia.
El consejero de Agricultura, Tomás Pérez Vidal, exhibe las estadísticas para asegurar que los servicios de extinción no han fallado. Dicen que han tenido 14.000 incendios y se les han quemado 10.792 hectáreas de bosque; o sea, una extensión por foco muy pequeña. En 1989, con la mitad de incendios, ardió una superficie de bosque cinco veces superior.
Pérez Vidal asegura que no es un problema de escasez de medios para la extinción, sino de orden público que requiere una investigación a fondo desde el propio Gobierno, la Policía o el poder judicial. El consejero ha vuelto a rescatar una vieja tesis esgrimida por sus antecesores: la existencia de una o varias organizaciones dedicadas a prender fuego al monte. Las sospechas de la Xunta se apoyan en circunstancias como la concentración de los fuegos en los mismos días y zonas geográficas, y el modo en que comienza a arder el monte, en muchas ocasiones al anochecer, cuando ya no pueden funcionar los medios aéreos. En lo que va de año, la policía autonómica detuvo a 55 personas acusadas de prender fuego al monte.
Junto a Galicia, las comunidades más afectadas han sido Andalucía y Castilla y León, con casi 6.000 hectáreas de bosque destruido en cada caso. Entre los incendios más perjudiciales para el medio ambiente, Estirado destaca los de Grazalema y la Sierra de las Nieves, que estuvieron a punto de herir de muerte a una auténtica reliquia de la naturaleza española -el pinsapar-, y el que asoló Somosierra y fue detenido a la puerta del Hayedo de Montejo -otra joya de los bosques autóctonos- "Afortunadamente se evitó en ambos casos la tragedia".
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