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Aznar, a por la mayoría absoluta

El líder del PP ve a Pujol carente de recursos para imponer el calendario electoral

Todavía no se atreve a decirlo, pero es evidente que José María Aznar confía ya en una victoria por mayoría absoluta en las elecciones legislativas, cualquiera que sea su fecha definitiva. Mientras ésta llega, el presidente del Partido Popular contempla el desmarque a marchas forzadas de Jordi Pujol, convencido de que el presidente de la Generalitat de Cataluña y líder de CiU está preso en su propia trampa y carece de capacidad para imponer la secuencia electoral que le convendría, primero las generales y después las autonómicas.Las cosas le siguen yendo rodadas al líder del PP, incluso cuando un grupo de extremistas agrede a sus representantes en Cataluña durante la Diada, aunque Aznar se lamente con aspereza del espectáculo de debilidad que, en su opinión, está dando España. "No hay Gobierno, y esta situación le está haciendo perder al país oportunidades de recuperación económica", aseguró la semana pasada durante su gira latinoamericana. Frente a esa debilidad que percibe en el actual Ejecutivo, va a convertir en lema para los próximos meses la necesidad de un Gobierno fuerte, con el más amplio respaldo posible en las urnas.

Hace bastantes meses, Aznar se refirió a Pujol como "el que manda en España". Ahora cree que el presidente de la Generalitat está a merced de los acontecimientos. No tiene arsenal suficiente para obligar a Felipe González a celebrar las elecciones generales antes de fin de año y no puede arriesgarse a esperar a abril, porque entonces el Gobierno central y el PSOE pueden forzar la coincidencia de autonómicas y legislativas, lo último que los nacionalistas catalanes desearían.

Incluso en el caso de que el Gobierno de Felipe González decidiera arrojar la toalla y convocar antes de fin de año, la situación sería beneficiosa para los populares. No tendrían más que subrayar que las elecciones se celebran al dictado de Pujol, no porque le interese al país sino porque le conviene al líder de CiU.

En todo caso, la dirección del Partido Popular interpreta que el apresurado alejamiento de Pujol del Ejecutivo de González no hace más que fortalecer al principal partido de la oposición y debilitar al político catalán, hasta convertir en un objetivo electoral plausible arrebatarle la mayoría absoluta para la próxima legislatura. Los populares insistirán en que Jordi Pujol intenta ahora derribar al mismo Gobierno al que ha sostenido contra viento y marea más de dos años.

Al margen de los análisis electorales, a Aznar le preocupa, y mucho, la situación en Euskadi. Algunos de sus comentarios en privado recuerdan poderosamente el discurso defensivo de los socialistas vascos en los tiempos del Gobierno autónomo peneuvista monocolor, antes de que Txiki Benegas y Ramón Jáuregui lograran entrar en el País Vasco en el juego de las coaliciones.

El análisis de Aznar y su entorno es que el PNV intenta aprovechar la debilidad de González y de su Ejecutivo para sacar de hecho a la Guardia Civil de la comunidad autónoma vasca, sirviéndose de los escándalos que rodean al acuartelamiento de Intxaurrondo. Y creen también que el Gobierno vasco y la Ertzaintza, por incapacidad o por decisión política, han renunciado al control de la calle y la han cedido a los alborotadores de KAS y Herri Batasuna.

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La debilidad, casi ausencia, según Aznar del Ejecutivo, obliga al líder del principal partido de la oposición, tal y como él ve las cosas, a asumir por adelantado "responsabilidades de Estado". Esta situación es la que explica su actuación más polémica de las últimas semanas, el haber aceptado como "decisión respetable" las pruebas nucleares francesas, inmediatamente después de una entrevista con el presidente Jacques Chirac.Aunque el protagonista se ha limitado a decir que "rindió un servicio a España" con aquella declaración, algunos colaboradores han dado alguna pista más concreta de por dónde van los tiros. Chirac, subrayan, viajaba a África inmediatamente después. El presidente francés trasladó al presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, un mensaje inequívoco sobre la voluntad española de que se excarcelara al líder opositor Severo Moto. Obiang lo liberó poco después de que se desplazara a Guinea un relevante dirigente del PP, el ex vicepresidente del Gobierno Rodolfo Martín Villa.

Chirac escuchó también de labios de Aznar una demanda insistente para que Francia suavizara la posición marroquí en el conflicto pesquero con España. Si se pregunta a los informantes del PP cuál es el éxito de la gestión, cuando la UE y Marruecos se preparan para iniciar una nueva ronda de la negociación pesquera después del fracaso de las seis anteriores, responden con cuatro palabras: "Podía haber sido peor".

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