La banda fue lo mejor
La magnífica Banda de Pozohondo, que se encarga de amenizar las funciones táuricas desde hace varias temporadas, destacó muy por encima de lo que los protagonistas auténticos, bureles y coletudos, alborearon sobre el rubio albero. El rítmico variadísimo y original repertorio del grupo que dirige el maestro Manolo García deleitó los oídos de los cabales, esos aficionados fetén que acuden a la plaza en las novilladas con el ilusionado marchamo de contemplar, a falta de figuras del escalafón superior, si no rutilantes faneas, sí la apasionada entrega de unos chavales que teóricamente sueñan con la gloria. Pero entre que estos chavales son meras fotocopias unos de otros, sin sello ni vitola propia e incapaces de jugársela de verdad a la búsqueda de los cortijos, y que los bichos, en diverso grado, eran bomboncitos de indigesto por excesivo dulce, el festejo transcurrió herrumbroso de arte y ayuno de un ingrediente tan fundamental como la emoción.Y eso, a pesar de que el incondicional apoyo y los ecos calientes del gran número de seguidores que arrastró Chamón Ortega, oriundo de la vecina provincia de Cuenca, lograron con la complicidad y blandura presidencial que su ídolo saliera a hombros. Con cierto empaque y valiente quietud, Chamón exprimió a su terciado primero, de cortos cuernecejos, y muleteó con más pavoneo y desparpajo que ajuste al castaño quinto. También El Pireo salió levemente de la vulgaridad al pelear contra el punto de violencia del sexto, y apuntó, sin disparar, algo de quietud y verticalidad con el bocirrubio tercero. Uceda Leal sólo aportó fría pulcritud en el enmorrillado que abrió festejo y en el escobilladísimo cuarto.
Ruiz / Uceda, Chamón, Pireo
Novillos de Daniel Ruiz, con trapío excepto 2º y 3º, terciados. Manejables y flojos; varios, sospechosos de pitones.Uceda Leal: aviso y silencio; aviso y ovación.Chamón Ortega: oreja; oreja; salió a hombros. El Pireo: aviso y palmas; palmas. Plaza de Albacete, 16 de septiembre la corrida de feria. Media entrada.
Mejor que los tres estuvo la noche anterior, en la novillada de promoción, José Manuel Prieto, alumno de la Escuela de Tarazona de la Mancha, que no cuenta con ayuda oficial y dirige el matador retirado -Antonio Rojas. Sus fallos a espada le impidieron redondear un toreo verdadero, artístico y variado. Cortó una oreja, al igual que su compañeros Paco Cruz y Juanjo Martínez, de la escuela de Albacete excesivamente vulgares.
Babelia
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