El cante transido
Tiene Remedios Amaya una clara comprensión de lo jondo. Ella sabe que el grito por el grito no vale, que lo importante de verdad es el cante transido de profundidad y de sentimiento, recogido en esa pudorosa intimidad del cante que se dice para uno mismo en primer lugar, como una oración.Pienso que Remedios Amaya sigue aquella regla de oro de Caracol cuando decía: "Yo intento hacer los cantes a media voz, que es como duelen. Ésa es la hondura ( ... ) El cante hay que hacerlo caricia honda, pellizco chico". Caricia honda, desde luego es el cante de esta mujer singular en el panorama actual del flamenco. Canta siempre despacio, casi bajito muchas veces, pero mantiene la tensión y queja el cante de una forma que nos zarandea animicamente de manera inapelable.
Recital de Remedios Amaya
Con Martín Chico al toque y Sebastián el Pelao y Chocolate de Madrid a las palmas. Casa Patas, 15 de septiembre.
El cante que duele, lo dijo también Talega. Y esto aunque él arte de Remedios cantaora de no extenso repertorio es fundamentalmente festero, tangos y bulerías; pero la fiesta realmente no aflora más que de tarde en tarde, cuando se adorna con unos pases de baile llenos de genio y garra.
Hay que verla tan de cerca, los brazos abiertos en cruz como para abrazar al mundo y los ojos cerrados para que nada la distraiga de ese sentimiento interior, que hace posible la magia del cante quizá más auténtico que nos sea dado escuchar. Remedios Amaya es distinta a cualquier otro cantaor, hombre o mujer. Si ampliará su repertorio, podría aspirar sin problema a situarse entre los primerísimos nombres del flamenco actual. Prueba de ello es que gusta, y donde va despierta una expectación inaccesible a la mayoría de los otros flamencos. Casa Patas, esta noche, registró un lleno quizá sin precedentes, aun con precios en taquillas superiores al habitual.
A pesar de las incomodidades, que las hubo - apreturas, calor, agobio-, todo fue compensado por el arte sin par de esta mujer enduendada.
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