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Teoría de san Ginés

Recuerdo que, siendo estudiante de bachillerato, me llamó poderosamente la atención un azulejo de un banco del parque de María Luisa (todavía está) con la siguiente leyenda: "Dice san Ginés que el que tiene cara de bestia, lo es".Bastantes años después, desde que empecé a ejercer como profesor en la Facultad de Derecho, tengo que protegerme cada año frente a san Ginés y controlar la primera impresión que siempre nos produce la apariencia de cualquier otra persona cuando entra en contacto con nosotros. Las apariencias tienen que ser dejadas de lado lo más posible cuando hay que juzgar el mérito y la capacidad de cada uno de los alumnos.. Lo único que puede ser tomado en consideraciones lo que los alumnos dicen y escriben.

Después de casi treinta años de ejercicio de la profesión y de haber tenido que calificar a miles de alumnos, la desconfianza en la primera impresión producida por la apariencia Y el atenerme a las palabras y a la conducta de las personas para emitir un juicio, se ha convertido en una especie de segunda naturaleza. Ni siquiera se me pasa por la imaginación aplicarle a nadie la teoría de San Ginés "por la cara". únicamente cuando algunas palabras o alguna conducta son inequivocamente bestiales, es cuando san Ginés entra en juego.

Desgraciadamente en España no faltan ejemplos de discursos y conductas políticas a los que aplicar la teoría, de san Ginés. Hay alguna formación política constitutivamente, bestial. En su conducta y en su discurso. Los viejos y los jóvenes, como recordaba. ayer Patxo Un zueta. Pero lo grav e es cuando la bestialidad se manifiesta no en un grupo marginal, sino en la dirección de un partido con vocación de ser "partido de Gobiernó". La bestialidad en Zubimendi o Erkizia está mal, pero la bestialidad en Álvarez Cascos es mucho más preocupante.

Y la bestialidad que ha dicho el dirigente popular no es menor que las que dicen los dirigentes de HB. Sus tesis de que el prestigio de la justicia depende de que el Tribu nal Supremo dicte en el caso GAL un a sentencia concordante con el "veredicto", que la opinión pública tiene cada día más claro es el ataque más frontal que se ha producido hasta la fecha contra el Estado de derecho configurado en la Constitución (23-F aparte).

Bestialidad reiterada además de manera chulesca por radio y televisión con menosprecio del presidente del Consejo General del Poder Judicial. La contumacia en la bestialidad del número dos de uri partido que puede tener la responsabilidad del Gobierno de la nación es lo que pone los pelos de punta.

Y no es casual El clima de linchamiento que se está, propiciando desde hace meses en relación con la investiga ción del caso, GAL, el desprecio por los derechos fundamentales y por las garantías constitucionales, jaleado por filósofos, politólogos y columnistas -de no se qué regenera ción de la izquierda, como si una instrucción penal dudo samente respetuosa (por decirlo de una manera suave) de la Constitución y con aparariencias de subordinación a la estrategia política y comercial de un medio de comunica ción, fuera de escasa importancia, está empujando la vida política en una dirección que todavía no sabemos cuál va a ser, pero de la que las declaraciones de Álvarez Cascos, nos

dan una pista Se empieza por devaluar la garantía del juez ordinario predeterminado por la,ley, se sigue por admitir que la violación del secreto del sumario tampoco tiene demasiada. importancia... Al final, cuando ésa es la atmósfera que se genera, siempre acaba apareciendo alguien para hacer la traducción política oportuna. Siempre aparece un Álvarez Cascos.

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