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FERIA DE ALBACETE

Las jesulinianas

Jesulín de Ubrique, que volvía a Albacete un año después de negarse a matar un toro y poco después de recibir por ello una simbólica sanción, compartió ayer protagonismo con sus fanáticas partidarias, también conocidas por las jesulinianas. Muchas de ellas ya le recibieron con alborozados y admirativos gritos cuando llegó al coso, y así se prodigaron todas durante la tarde, sin ninguna capacidad de análisis para el aluvión de trapazos con que el de Ubrique obsequió a los tendidos, sin ninguna capacidad crítica hacia un coletudo que se rió de la afición albacetense en la feria de 1994.

Para mayor provocación, Jesulín tuvo la osadía de brindar el tercero, tan chochoncico, tontuelico y casi invalidico como el resto de sus hermanos -tres de los cuales, segundo, quinto y sexto, se escobillaron los pitones tras rematar contra los burladeros-.

Ruiz / Joselito, Ponce, Jesulín

Toros de Daniel Ruiz, bien presentados excepto 6º, terciado; aborregados excepto 5º y 6º manejables; flojos. Joselito: estocada (oreja); aviso antes de entrar a matar y estocada (ovación). Enrique Ponce: media estocada (ovación); estocada trasera (dos orejas); salió a hombros. Jesulín de Ubrique: pinchazo bajo, media estocada caída, pinchazo hondo perpendicular bajo -aviso-, tres pinchazos y bajonazo (fuerte división); pinchazo sin soltar y estocada desprendida (oreja muy protestada).Plaza de Albacete, 13 de septiembre. 7, corrida de feria. Lleno.

Otro amplio aunque minoritario sector del cotarro abroncó de continuo al torero andaluz incluso con despectivas pancartas y así se desarrolló también durante las dos trafallonas faenas del de Ubrique, llenas de mantazos, reolinas e indescriptibles jesulininas, jaleadísimas por un coro de femeninas voces llamándole, entre otras cosas, torero.

Pañuelos jesulinistas

Tras la segunda de estas labores, con un burel que alboreaba un pelín más de casta y de fuerza que el resto -como fue también el quinto- afloraron pañuelos jesulinistas y otros, aunque no en número suficiente para justificar la pelúa que logró como óbolo presidencial.Joselito y Enrique Ponce, que en un imaginativo alarde de la empresa repetían juntos por segunda tarde consecutiva, aplicaron sus respectivos estilos. Joselito, aburrido y pegapasista frente a sus dos sosas burras, a las que mató magníficamente. Enrique Ponce con su fácil y estética superficialidad, sólo adornada de cierta ligazón, mayor enjundia y algo más de verdad frente al manejable quinto.

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