Religión, parchís y demagogia

El ministerio publicó recientemente una resolución que contiene un repertorio de 34 propuestas de actividades que pueden desarrollar los alumnos de primaria, primer ciclo de secundaria y segundo de bachillerato que no quieran asistir a la clase de religión durante esas horas lectivas. Dicha resolución incluye el temario de una materia que, bajo la denominación de Sociedad, Religión y Cultura, cumplirá el mismo fin alternativo en el segundo ciclo de secundaria y primero de bachillerato. (Ver EL PAÍS del pasado 24 de julio).En una de las 34 sugerencias de actividades se alude al parchís como ejemplo de alguno de los juegos de mesa que pueden servir para el entrenamiento de los más pequeños en la técnica de la numeración. Tal ejemplo ha servido para que algunos periódicos y un obispo hayan afirmado que el juego del parchís es la alternativa oficial a la clase de Religión.

En la polémica han terciado la Conferencia Episcopal y las dos grandes confederaciones de asociaciones de padres de alumnos. Los obispos han criticado la, en su opinión, escasa seriedad de la alternativa a la clase de religión. La confederación católica de Padres (Concapa) se ha alineado con la postura del episcopado asegurando que "una alternativa basada en actividades lúdicas compromete la formación ética de los alumnos que opten por ellas", informa Cruz Blanco.

Por su parte, la aconfesional confederación CEAPA también ve negativa la fórmula adoptada y ha reiterado su oposición a que el ejercicio del derecho de unos alumnos para que puedan recibir enseñanza de religión comporte obligación alguna para los que no quieran ejercer tal derecho.

Preguntado sobre esta cuestión, el ministro de Educación calificó de "demagógico" que se saque el ejemplo del parchís del contexto de una resolución ministerial que ocupa ocho páginas del BOE. Saavedra ponderé la incorporación del temario de cultura religiosa para la actividad alternativa a la clase de religión en tres cursos.

Jerónimo Saavedra añadió que probablemente esta polémica cuestión se mantendrá hasta que el Tribunal Constitucional determine si es imprescindible imponer a los alumnos una obligación alternativa a la clase de religión.