Europa destaca el papel de Rusia en la crisis para evitar la ruptura
Evitar que Rusia se desgaje de la comunidad internacional en la crisis de la antigua Yugoslavia. Ésta fue ayer la gran preocupación del Consejo informal celebrado por los ministros de Exteriores de los Quince. Pero no se decidió proponer la suspensión de los bombardeos sobre los serbobosnios, el factor que irrita a Moscú, sino sólo destacar su papel. Los cancilleres aplaudieron los acuerdos de Ginebra. Constituyen "una oportunidad única" para construir la paz, dijo el presidente, Javier Solana. Y aprobaron el lanzamiento de un ambicioso plan de reconstrucción, que empezaría a aplicarse al cesar la guerra y sería un acicate para lograr su fin.
"La reacción de Yeltsin tiene un componente de política interna, muy vinculado a las elecciones de diciembre", declaró Solana, quien trasladó a sus colegas las impresiones del encuentro de Felipe González con el mandatario ruso, presionado por los políticos ultranacionalistas de su país. Por eso quiso "poner el énfasis en la conveniencia de no arrinconar" a Moscú en el proceso. Había acuerdo, aunque el alemán Klaus Kinkel no se ahorró una crítica, al indicar que "la dureza de Yeltsin" -al sugerir la ruptura de puentes con la OTAN,, no cabe en el- actual panorama político europeo porque Rusia forma parte del sistema europeo de seguridad".El problema era cómo asentar el anclaje de Moscú, cuando la mayoría no. estaba dispuesta a cejar la actividad militar hasta que el Gobierno de Pale cumpla las condiciones que se le exigen, y muy particularmente el traslado del armamento pesado fuera de la zona de alcance sobre Sarajevo. La otra gran prioridad es evitar el estallido en Eslavonia oriental.
En ausencia de otros instrumentos, se echó mano de los diplomático-declarativos: un mensaje reiterado de la importancia de Moscú en la crisis y el enfático saludo a las decisiones de Ginebra por las cuales el viceprimer ministro Igor Ivanov se incorpora a la "diplomacia de puente aéreo", junto al mediador europeo, Carl Bildt, y al enviado especial de Washington, Richard Holbrooke, así como la próxima sesión del Grupo de Contacto se celebrará el día 14 en la Embajada rusa en Ginebra. Todos resaltaron, casi con idénticas palabras, que el proceso abierto en Ginebra constituye "un primer paso" y "una gran oportunidad para la paz", aunque su plasmación, sobre todo las relaciones entre las dos comunidades políticas que conformarán el Estado en Bosnia-Herzegovina exigira enormes esfuerzos y discusiones.
El impulso de Estados Unidos en la resolución de la crisis fue analizado positivamente, pero desde la óptica de que "se han añadido a las iniciativas europeas", según dijo Solana. "La fuerza de EE UU y las ideas de Europa": ésta ha sido la base del actual desbloqueo, añadió un diplomático. Se referían al mantenimiento del empeño diplomático y humanitario y al no levantamiento del embargo de armas.
También se fue trenzando un consenso, aunque todavía sin concreciones, sobre la necesidad de un ambicioso plan de reconstrucción de Bosnia, a través de un programa para todos los Balcanes, que incluiría a la Antigua República Yugoslava de Macedonia y Albania. "Construir el Estado y reconstruir el país", es la consigna. Este plan se aplicaría después del establecimiento de, la paz. Los cancilleres consideraron que puede ser un anzuelo de la misma, porque ninguno de los protagonistas se resignará a quedarse fuera.
Mediterráneo
Antes de la discusión de Bosnia, los ministros dieron un paso más en la política mediterránea: acogieron bien -Kinkel lo hizo con fervor- el borrador del documento de conclusiones elaborado por la presidencia española para la Conferencia de Barcelona, del 27 y 28 de noviembre, con los doce países de la cuenca sur.
. La mayoría se mostró en contra de que se invite a terceros países -salvo los nórdicos, con suave apoyo de Bonn, deseosos de que estén los bálticos- y a favor de que "se institucionalice y no quede como acto aislado", en lo que insistieron el francés Hervé de Charette y el británico Malcolm Rifkind. Se hará mediante conferencias sectoriales periódicas y mediante una secretaría, muy ágil (los ingleses encabezan la oposición a nuevas estructuras pesadas) seguramente a cargo de la Comisión y con participación de los funcionarios del Consejo.
Los ministros de Exteriores también acordaron incrementar la presión sobre el Gobierno turco para que dé más signos de respeto a los derechos humanos, lo que facilitaría la aprobación de la unión aduanera con Turquía por el Parlamento Europeo el próximo diciembre. Para eso aprovecharán la visita de la primera ministra, Tansu Çiller, a Bruselas y a Madrid a primeros de octubre.
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