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González y Pujol tomarán una decisión sobre el calendario electoral este fin de semana

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, prepara el terreno para un hipotético cambio de calendario electoral, pero aún no ha tomado una decisión definitiva, según constataron los miembros del secretariado permanente de Convergéncia Democrática (CDC), que se reunió ayer por primera vez después del paréntesis veraniego. El comité de enlace de Convergéncia i Unió se reunirá la próxima semana para tomar una decisión definitiva. Antes, este fin de semana, Pujol y González mantendrán una conversación. La cúpula nacionalista estudió las dos opciones que están sobre la mesa: elecciones autonómicas este otoño y generales en marzo -como pactaron Pujol y Felipe González en julio- o al revés.

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El secretariado permanente de CDC constató, no obstante, que una y otra opción tienen pros y contras considerables. "Todas las opciones son malas", señaló uno de los asistentes. La opinión mayoritaria entre los cuadros dirigentes de CDC y de sus socios de Unió es que es mejor que se celebren primero las elecciones generales, en la creencia de que "quien primero dé la cara primero recibirá la bofetada [electoral]", en palabras de un alto cargo de la Generalitat, y son muchos los dirigentes nacionalistas que consideran que ésta será la tesis que finalmente se impondrá en Pujol.De hecho, diputados de CDC en el Parlamento catalán y presidentes de distrito del partido en Barcelona están elaborando una carta dirigida a Pujol en la que le piden que convoque las autonómicas cuando se agote la legislatura, en primavera.

Los dirigentes de CDC estudiaron ayer una tercera hipótesis: que las elecciones generales se celebren en enero, para dar tiempo a que el PSOE pueda designar un sustituto a González como cabeza de cartel, y las autonómicas en abril, agotando la legislatura del Parlamento catalán. Siempre con el objetivo de garantizar que uno y otro comicio no se solapen. Pujol teme la posibilidad de que, si mantiene el calendario pactado y convoca ahora las autonómicas, un nuevo escándalo obligue a González a convocar elecciones en otoño, coincidiendo con las catalanas.

Pujol declaró ayer que de sus reflexiones veraniegas había constatado que en la sociedad española se ha producido un decaimiento del estado de ánimo colectivo y que la indudable mejoría de la economía no es percibida por la ciudadanía. Afirmó que aún no hay una decisión con respecto a fechas electorales y que cuando se adopte, el primero en saberlo será el presidente del Gobierno, "por cortesía". De todas formas, adelantó la respuesta a sus preguntas al afirmar más adelante que "no hay moral [colectiva] ni credibilidad".

En relación con la negociación presupuestaria, reiteró que está supeditada al resultado de estas reflexiones: "Hace dos meses [el presupuesto] era el tema prioritario. Ahora no lo es. Hasta que no veamos que el Gobierno puede seguir adelante, no hablaremos [del presupuesto]".

El Gobierno se mantiene en la tesis de celebrar las generales en marzo, adelantada por Felipe González en julio y reafirmada el viernes por el titular de la Presidencia, Alfredo Pérez Rubalcaba. La decisión no es una mera obstinación. Un cambio en el calendario supondría un auténtico desbarajuste para los planes políticos de González. El presidente del Gobierno no puede decidir ahora la disolución de las Cortes porque se interpretaría como una decisión vinculada al caso GAL, aseguran fuentes gubernamentales, cuando, además, está en juego la posibilidad de que el Tribunal Supremo solicite el suplicatorio para el propio González. Además, necesita tiempo para elegir un sucesor para el cartel electoral.

Ambas en primavera

En este contexto se sitúan las declaraciones realizadas ayer por el portavoz parlamentario del PSOE, Joaquín Almunia, en las que amenazó a Jordi Pujol con la posibilidad de que ambas elecciones, las generales y las catalanas, coincidan en la primavera de 1996. También introdujo la novedad, respecto al mes de julio, de que el apoyo presupuestario de CiU ya no es imprescindible para gobernar. E incluso no descartó una prórroga presupuestaria, algo inconcebible hace tan solo un mes.En CiU son conscientes de que el Gobierno puede intentar llegar hasta diciembre en minoría, contando con los regionalistas canarios y confiando en la abstención de los nacionalistas. Los convergentes han recibido mensajes de otros partidos de oposición para que no provoquen la precipitación de las legislativas, por el temor a una victoria del Partido Popular por mayoría absoluta.

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