Aumentan los casos de tumores cerebrales, pero también los tratamientos con éxito
Cada vez hay más tumores cerebrales y nadie sabe por qué. Como los síntomas de la mayoría -el dolor de cabeza, por ejemplo- suelen ser causados por trastornos mucho menos devastadores, a menudo se los pasa por alto o no se les concede importancia. Como consecuencia de ello no se realiza un diagnóstico correcto hasta que el tumor alcanza un tamaño que puede hacer imposible un tratamiento definitivo. Muchos tumores cerebrales se pueden curar si se detectan a tiempo; incluso los incurables pueden ser tratados para dar al paciente varios años más con buena calidad de vida. Los espectaculares avances en el diagnóstico y las innovaciones y mejoras en el tratamiento -entre las que figuran la utilización de un bisturí radiactivo no invasivo y la terapia genética- ofrecen esperanzas de una curación o al menos un control prolongado de la enfermedad a pacientes que hace sólo una década habrían estado condenados.Aunque las exploraciones cerebrales por escáner son costosas, resultan seguras y fácilmente accesibles, y pueden detectar un tumor -o algún otro peligro en el cerebro- a tiempo para su curación. Es importante recordar que incluso cuando un tumor sea clasificado técnicamente como benigno puede no serlo al estar atrapado en la estructura rígida del cráneo y poder presionar y destruir tejidos vitales.
La década pasada se detectaba una media de 55.000 tumores cerebrales por año en EE UU. Los expertos prevén que la cifra de este año ascienda a 100.000.
Las modernas técnicas de exploración como la tomografía computerizada (una radiografía del cerebro en secciones transversales) o la exploración por resonancia magnética han mejorado muchísimo el diagnóstico, pero la mayor parte del aumento de los tumores cerebrales parece no poder explicarse por esta mejora en la detección. En el caso de los tumores cerebrales por metástasis, es probable que un factor importante sea el éxito cada vez mayor de los oncólogos a la hora de controlar cánceres en otras zonas del organismo, lo que permite que los pacientes vivan el tiempo suficiente para sufrir una metástasis en el cerebro años después.
Frecuentemente, los fármacos que destruyen las células cancerosas no pueden cruzar la llamada barrera hematoencefálica entre la sangre y el cerebro, y las células cancerosas que han escapado al cerebro pueden sobrevivir y crecer allí. En el tratamiento del cáncer de mama, por ejemplo, la quimioterapia suministrada tras la cirugía y la radiación pueden muchas veces erradicar las células cancerosas en todo el organismo salvo en el cerebro. Se cree que un funcionamiento incorrecto del sistema inmune es otra causa del aumento de los tumores cerebrales. Entre las personas afectadas están los pacientes que han sido sometidos a trasplantes de órganos y necesitan un tratamiento con fármacos inmunosupresores durante toda su vida, las que recibieron años atrás tratamientos contra el cáncer que suprimen el sistema inmune, los enfermos de sida y los ancianos.
El auténtico desaño de los tumores cerebrales es encontrarlos cuando son todavía pequeños y pueden ser tratados. Los síntomas dependen del tamaño del tumor y de su localización en el cerebro.
Algunos de los síntomas más comunes son los dolores de cabeza persistentes, especialmente por la noche o presentes por la mañana al despertarse, así como los dolores de cabeza acompañados por náuseas y vómitos, especialmente en niños. Entre otros síntomas habituales figuran los siguientes: cambios de personalidad; dificultades en la visión o el habla; trastornos de comportamiento; debilidad, insensibilidad o parálisis en un lado del cuerpo; inseguridad al andar; ataques epilépticos; y trastornos sensoriales como la sensación de olor a quemado.
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